Por: Daniel Fernando Mejía
El genocidio de Israel en Gaza que inició el pasado 7 de octubre del 2023, ha dejado asesinadas 36.439 personas del Estado de Palestina. Es una tragedia lamentable. Frente a este hecho, ha quedado claro que la Organización de Naciones Unidas carece de autoridad internacional y su objetivo se reduce al interés de los países dominantes como Estados Unidos.
Mientras aproximadamente hoy, 10.000 cuerpos están desaparecidos bajo los escombros de los bombardeos, las agresiones indiscriminadas contra mujeres y niños han quedado en evidencia grabadas por periodistas sobrevivientes, muchos otros reporteros han perdido la vida en medio de los bombardeos.
La narrativa de la guerra ha sido cuestionable desde un primer momento en el mundo occidental, es difícil acceder a la información real ante la agresión militar permanente contra los periodistas que, al final, informan basándose en fuentes oficiales de un bando u otro, pero sin tener la posibilidad de contrastar la información en la zona de guerra.
Las movilizaciones estudiantiles se tomaron las universidades de Estados Unidos y Europa y sumado a lo anterior, la crisis diplomática de Israel trascendió fronteras después del rompimiento de relaciones con Colombia, el retiro de la embajada de Brasil en Tel Aviv y el reconocimiento del Estado de Palestina por parte de España, Noruega y 147 Estados más en la ONU. No obstante, Benjamín Netanyahu escaló el conflicto militar en la región bombardeando la embajada de Irán en Damasco.
La respuesta no se hizo esperar, Irán respondió militarmente a Israel el pasado 13 de abril, la economía de este pais se encuentra eclipsada por el genocidio, el respaldo de Estados Unidos no es suficiente, varios renglones de esta se desplomaron completamente, entre ellos el sector turismo.
No se puede generalizar relacionando al grupo Hamas con el pueblo palestino ni tampoco al todo el pueblo judío con Benjamín Netanyahu. Los actores de la guerra se encuentran motivados por razones ideológicas, intereses políticos y económicos, además de la lucha por el dominio geopolítico por parte de las potencias quienes están detrás de los dos bandos principales. Hoy, la realidad es que Gaza vive un escenario apocalíptico que en pleno 2024 nos deja evidente el fracaso humanista de la sociedad actual.
En Colombia hay una corriente política guerrerista que ha contribuido a la violencia en las últimas décadas, ellos hoy celebran el genocidio liderado por Benjamín Netanyahu y atacan al presidente Gustavo Petro por estar del lado correcto de la historia.
El ex presidente Iván Duque a través de su cuenta de X el pasado 13 de abril publicó: “ Una agresión cobarde de Irán a Israel debe ser sancionada y condenada enérgicamente por la comunidad internacional…” por supuesto en este ataque evidentemente no se masacraron mujeres y niños como en Gaza, tampoco periodistas.
El triángulo virtual de alianza militar de Colombia, Israel y Estados Unidos se desconfiguró el pasado 1 de mayo. Este, promovido inicialmente por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien desde el año 2004 duplicó la importación de armamento de Israel con los aviones KFIR al tiempo que se sumaba a la guerra contra el terrorismo declarada desde el 2001 en Estados Unidos, un momento de la historia negro para Colombia, de un genocidio en silencio con falsos positivos y el auge del narco paramilitarismo en el país, fue el momento de la historia donde Uribe cerró esta alianza militar que hoy hace evidente que se rige bajo el mandato del todo vale con el genocidio de Gaza. Años después, tendría continuidad luego en el Gobierno de Santos y finalmente con el expresidente Iván Duque quien firmó el Tratado de Libre Comercio entre Colombia e Israel en el año 2020.
Frente al rompimiento de relaciones entre Colombia e Israel, el ex presidente Ivan Duque manifestó lo siguiente: “Romper relaciones con Israel es una torpeza enorme al igual que lo ha sido validar el terrorismo de Hamás. Nadie discute que se requiere una solución estructural a un conflicto histórico mediante la construcción de dos Estados, como se estableció desde los acuerdos de Oslo”.
“Hamás ha sido el mayor obstáculo para la construcción de la paz y, desde luego, enfrentar esa amenaza mimetizada en la población civil ha desatado respuestas que rompen la proporcionalidad y deben evitarse para proteger a civiles inocentes”.
La narrativa de Duque, quien ahora se estrena como productor de Podcast con su programa tres respuestas, deja sin respuesta los momentos cruciales como el rompimiento de relaciones Colombia-Israel o el ataque de Irán contra Benjamín Netanyahu después del bombardeo de su embajada en Damasco. Es una narrativa en la que defiende a capa y espada a Israel pero ignora absolutamente la crueldad de la guerra y el genocidio de más 36.400 personas asesinadas, con la misma frialdad que se han ignorado los falsos positivos en Colombia y el asesinato sistemático de lideres sociales, ambientalistas y periodistas en el país.
En tres respuestas, Colombia no puede volver al terror del paramilitarismo. Salir del triangulo virtual de la guerra con Estados Unidos e Israel es uno de los legados que deja el gobierno del presidente Gustavo Petro y claramente el genocidio no tiene una respuesta de un ex presidente cuestionado por corrupción que hizo trisas la paz y busca tapar el sol de la vida con un dedo. Palestina existe y existirá, la justicia tarda, pero llega.