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RAYUELA

Revista RAYA se vinculó a la presentación del documental El Territorio, una producción en la que participaron activamente los jóvenes indígenas de la etnia Uru-eu-wau-wau de la Amazonía brasileña. La pieza fílmica retrata las cotidianidades y lógicas  de indígenas, agricultores y colonos ilegales de una región en donde avanza la deforestación y a la que el mundo pretende proteger como el único pulmón que le queda al planeta. 

Por: Carlos Cárdenas Angel
Fundación ForumCiv

“¿Qué es la Amazonía? Pues yo te digo, La Amazonía es nuestra vida, La Amazonía son las personas, tanto de la selva como de la ciudad. No solamente las personas que vivimos allá, sino también personas como ustedes”. Así inició su intervención Neidinha Bandeira, activista ambiental brasileña y fundadora de la Asociación de Defensa Etnoambiental Kanindé, en el conversatorio que inició minutos después de finalizada la proyección del documental ”El Territorio” (2022), del cual ella es una de las protagonistas. El evento, organizado por ForumCiv y RAYA, se llevó a cabo el pasado martes 24 de octubre en el Planetario de Bogotá, y contó con la participación, además de Neidinha, de Jani Silva, lideresa de ADISPA, organización campesina que impulsa la Zona de Reserva Campesina de la Perla Amazónica, en Puerto Asís, Putumayo, y de Linda González, antropóloga e investigadora de Censat Agua Viva, una ONG ambientalista con una importante trayectoria en Colombia.  

El documental retrata con fuerza la cotidianidad de una comunidad de los Uru-eu-wau-wau, un pueblo indígena de Brasil, en el estado de Rondônia. The Territory es visualmente magnética por su inmersión en la yuxtaposición entre las cotidianidades y lógicas  de indígenas, agricultores y colonos ilegales de la Amazonía brasileña, que tienen diferentes puntos de vista sobre la gestión de la selva y por lo tanto sobre su relación con ese ente que llamamos o imaginamos como “el Amazonas”.

La región amazónica, que es realmente un conjunto de paisajes (naturales, rurales y urbanos), de biomas y ecosistemas, interconectados entre sí y siendo impactados por diferentes factores y fenómenos, todos ellos con una huella humana, es considerado uno de los ”lugares calientes” o ”hotspots” como se les llama a focos con relevancia esencial para la protección de la biodiversidad del planeta. Pero también podría decirse que es un ”lugar caliente” en un sentido coloquial, por los altos niveles de conflictividad, desigualdad social, pobreza multidimensional, problemáticas ambientales, economías ilegales, por solo mencionar algunos factores.

Latinoamérica sigue siendo una de las regiones más peligrosas para personas y organizaciones defensoras del ambiente, en donde Colombia y Brasil son los países donde más defensores y defensoras ambientales han sido asesinadas en los últimos años. Quienes defienden y promueven una protección ambiental se enfrentan a la estigmatización y criminalización de sus apuestas por parte de diferentes actores.

Y si quienes ejercen estos liderazgos son mujeres, estas estigmatizaciones y ataques se hacen particularmente más punzantes y sensibles, con patrones y actitudes marcadas por la sociedad patriarcal que nos atraviesa. Amenazas por escrito, llamadas, seguimientos, incursiones de personas armadas en sus espacios de trabajo o en sus hogares, hostigamiento a sus hijas e hijos. Es esta la situación de riesgo que permanentemente han vivido mujeres como Neidinha y Jani.

“Eso es que lo maten a una poco a poco, con la preocupación de a cuál de mis seres queridos se van a llevar conmigo cuando finalmente lo hagan, o lo vuelvan a intentar”, afirma Jani, quien desde hace varios años ha sufrido diferentes intentos de acabar con su vida, amenazada por diferentes actores del territorio. ”¿Si yo lo que hago es para proteger la selva, el medio ambiente, lo hago por las demás personas, por qué me pasa esto? Esa pregunta le taladra a una la cabeza permanentemente”.

Y es que para quienes viven en la región amazónica, la presión está dada por la importancia que estos territorios tienen para el planeta, lo que puede ser entendido como un conjunto de contextos que permiten la vida, pero a la vez puede ser entendido -sobre todo desde la lógica del sistema económico global- como un acervo de recursos (a extraer o producir, como minerales o alimentos de producción industrial) y de servicios (como la captación de carbono). Como lo menciona Linda de Censat, la agenda multilateral hacia la región amazónica por parte de los países que la comparten, y que dejó ver su más reciente configuración hace poco con la cumbre de Belem y con la reunión preparatoria de Leticia, no ha logrado vincular las dinámicas comunitarias de las poblaciones que habitan esta región, ni las prácticas y conocimientos ancestrales de sus habitantes, que con seguridad pueden ofrecer caminos sólidos y efectivos para afrontar los cambios que se requieren para la sostenibilidad. 

Y aquí es importante resaltar que si bien cuando se habla de ancestralidad principalmente se considera el conocimiento de los pueblos indígenas que han sostenido una relación milenaria con la selva y sus habitantes de todas las especies, es relevante también visibilizar esos saberes tradicionales y populares que vienen de una cultura campesina amazónica, en todo caso impregnada de huellas de sabiduría y creencias indígenas. 

“El campesino que es un pequeño productor y que muchas veces solo quiere tumbar un palo para poder hacer su casita, suele ser el que queda señalado como deforestador y depredador de la selva, y así es judicializado injustamente”, afirma Jani. “Y los que realmente deforestan y acaban son la selva son los grandes productores con sus monocultivos, las empresas petroleras con sus plataformas que contaminan los ríos y acaban con los humedales, pero como tienen estatus legal y supuestamente traen el desarrollo, hacen todo eso con plena impunidad”.

”Para nosotros los campesinos, la Amazonía además de vida, es salud”, continúa Jani, ”porque nos ofrece medicinas; es cultura y es amor, porque estar ahí lo hace sentir a uno vivo. La Amazonía es como una madre que da con generosidad, pero al mismo tiempo es como un hijo, que hay que cuidar y proteger para que le vaya bien, y es por eso que para nosotros la apuesta es por la producción agrícola con sistemas silvopastoriles, con menos animales, con conservación y reforestación, con monitoreo ambiental y con promotoras lideradas por los jóvenes.”

Así mismo, la defensa de un territorio como la Amazonía pasa tanto por las prácticas de producción, como por las prácticas de consumo, lo cual nos devuelve a la reflexión inicial de Neidinha, en cuanto a que la Amazonía se extiende como territorio más allá de una macrocuenca de selvas, comunidades ancestrales, ríos voladores (corrientes masivas de vapor), y toda clase de expresiones de vida, y conecta en una red también de personas que desde sus prácticas conscientes de consumo (en cualquier lugar del planeta), de alguna forma también defienden este territorio de territorios. En este sentido, y así lo recalcan Neidinha, Jani y Linda, la educación es un componente fundamental para lograr estas transformaciones. Y bajo esta lógica, herramientas de comunicación y sensibilización efectiva como el documental The Territory resultan muy potentes para lograr, por ejemplo, que los efectos de la deforestación de la región amazónica calen bajo la piel del espectador y toquen fibras, algo que las cifras y los datos estadísticos difícilmente pueden lograr.   

”Es necesario que conversemos con quienes están del otro lado de la mesa; por mucho tiempo yo me rehusé a eso, pero aprendí que es la única forma de que podemos avanzar en una transformación de actitudes para proteger la selva. Si seguimos hablando solamente entre nosotros, los del mismo lado, seguiremos viendo cómo los guerreros y las guerreras se matan entre sí, seguiremos sin poder dormir tranquilas en nuestras casas, seguiremos viendo la selva caer”, dice Neidinha, con el corazón en la mano. ”Tenemos que conversar con quienes están del otro lado, para también empezar a ocupar esos lugares, y solamente así lograremos cambiar la cosa. Y si no logramos cambiarlas, pues tendremos que repensar nuestras estrategias para ver de qué otra forma seguimos luchando”.



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