De robos, polígrafos, testimonios y justificaciones oficiales, hasta la salida de dos piezas centrales del Gobierno de Gustavo Petro. Aquí, siete claves para entender el momento político actual y las agendas mediáticas que se mueven a su alrededor.
Por: Alejandro Chala
Lo que comenzó siendo uno de los tradicionales “bombazos” de la revista Semana, que se publican dominicalmente, terminó generando otro momento de tensión para el gobierno, que buscaba reponerse de la ruptura de su coalición e impulsar de nuevo su paquete de reformas, empantanado y con cada vez menos apoyos legislativos, conforme siguen su curso.
De robos, polígrafos, testimonios y justificaciones oficiales, la situación escaló conforme se fueron revelando pormenores de lo que había sucedido: interceptaciones, victimizaciones y revictimizaciones, intrigas palaciegas, acusaciones cruzadas, rifirrafes verbales entre funcionarios del Estado y el poder central, y al final, dos de los actores más importantes del gobierno terminaron saliendo por órdenes directas de presidencia. Laura Sarabia, secretaria del despacho del presidente, su “mano derecha” –como lo enunció Gustavo Petro en su discurso a los oficiales del ejército el día viernes–, y Armando Benedetti, el que es considerado como uno de los actores que acercó a la candidatura del hoy presidente a los sectores políticos del santismo que no se hallaban en la Centro-Esperanza y sostenían el discurso de la paz como bandera política.
De lo sucedido (y lo que viene sucediendo en el proceso histórico en el país), se pueden desprender 7 ideas que nos pueden indicar qué está ocurriendo actualmente en la vida política nacional:
1. Todo lo que está sucediendo en la coyuntura no es más que la manera cómo emergen las tensiones generadas en la lucha por el poder político entre un gobierno alternativo y actores políticos-económicos que representan a quienes antes detentaban el poder.
2. Estas tensiones comenzaron a hacerse evidentes en la vida política nacional desde la ruptura de la coalición de gobierno a finales del mes de abril, pero desde antes ya mostraban signos a través de otros acontecimientos que, incluso, pueden rastrearse desde agosto de 2022, y que están relacionados con la forma cómo el gobierno construyó los consensos con los que pretendía sostener su gobernabilidad y mantener el frágil equilibrio entre las expectativas de las bases sociales que le votaron y las formas tradicionales de hacer política con las que debía actuar para mantener su agenda legislativa y repartir la burocracia.
3. La coyuntura que abre las denuncias de la ex-niñera de Laura Sarabia confronta al gobierno en 3 puntos:
- En el núcleo de su discurso social y popular, con el que construyó su programa de gobierno, el Plan Nacional de Desarrollo, y que está encarnado en el espíritu original de las reformas y en su relación con los grupos sociales a quienes se debe,
- En la elaboración de relatos y símbolos cómo nuevas formas de recomponer y reelaborar la relación entre los sectores sociales que representa y el Estado, en su idea de cambio político y social, y
- En su incapacidad para construir una agenda comunicativa y pedagógica que sostenga esos símbolos en el tiempo y comparta aquellas narrativas con las bases políticas y la sociedad en su conjunto.
4. Además de ello, complica la disputa por la opinión pública que el gobierno sostiene con los grandes medios. Los conglomerados informativos han entrado a cuestionar los elementos fundamentales de las narrativas y símbolos que sostienen al programa político del gobierno, lo que ha permitido que un hecho mediático que cuestiona esos símbolos (el escándalo de la ex-niñera, en este caso) se haya vuelto la vía desde las que las críticas y oposiciones al gobierno se canalizan. Ambos quieren tener el control sobre la manera en la que se informa la situación política y cómo la gente forma opiniones al respecto.
- Lo que agrava la situación para el gobierno, entonces, es que el golpe mediático no le permite aferrarse a los símbolos y a los relatos que ha construido en su campaña y que hoy transmiten por los canales institucionales –que han quedado en descrédito– y le llevan a que, en el desespero por hallar un punto de refugio, se cobije en relatos frágiles que justifiquen al gobierno cómo una víctima de un complot o de un intento de derrocarlo por un golpe.
- Los medios de comunicación, ante una situación política novedosa, bajo el relato de mantener la independencia y su incapacidad de adaptarse a una situación política en la que se han visto cuestionados y contestados, terminan alimentando los relatos y los discursos de sectores críticos y opositores, que tienen en común la defensa del status quo y la resistencia a las propuestas de cambio que mueve la agenda del gobierno.
5. Estas disputas entre el gobierno y los medios de comunicación son fuertes y agrestes porque tocan los elementos existenciales que fundamentan los intereses de grandes sectores políticos, económicos y sociales, además de los intereses del gobierno alternativo y los sectores que representa. En este caso, el gobierno no toca los elementos estructurales y los principios que fundamentan el Estado de derecho y el sistema político colombiano. Tampoco lo hacen sus reformas, pues esos son sus límites. Sin embargo, estas reformas sí cuestionan y afectan los intereses de los grupos políticos y económicos que se encuentran representados por los partidos políticos tradicionales. También toca a los sectores independientes que, en su relato, sienten que el gobierno cuestionó el modelo político liberal en el que se ha construido el Estado colombiano y lo pone en riesgo.
6. El gobierno cuestiona el sentido común establecido en la política colombiana y los sectores políticos y económicos le contestan. Lo que observamos termina siendo la expresión de aquellas tensiones, pero no es una situación crítica terminal. De hecho, denota las dificultades que el gobierno ha tenido para disputarse el poder político y la conservación férrea de los escenarios de poder institucionales que otros actores políticos y económicos conservan y han sostenido, para evitar que el gobierno se los quite.
- En esta batalla política, los grupos independientes y la oposición de derechas han salido victoriosos al cuestionar los mensajes principales del gobierno y ponerlo en una situación de crisis en términos de gobernabilidad. Esto ha afectado seriamente una agenda de cambio político que se encuentra actualmente estancada y que ha sido muy difícil de impulsar dentro y fuera del Congreso. Además, esta crisis ha complicado las negociaciones políticas con otros actores y ha aumentado su costo, obligando al gobierno a ceder más para mantener viva su agenda legislativa.
- Asimismo, la falta de una estrategia comunicativa adecuada complica aún más las relaciones con los grupos sociales menos privilegiados y con las bases políticas que votaron por el Pacto Histórico, quienes comienzan a distanciarse del gobierno y a sentirse decepcionados debido al incumplimiento de las expectativas. El gobierno ha fallado en proyectar una visión a largo plazo y se ha vuelto dependiente de pequeños logros y avances para mantener una coalición de gobierno frágil. Esta situación genera expectativas excesivas que el gobierno no ha podido cumplir.
- Además, se están difundiendo narrativas conspirativas que buscan justificar la situación actual y respaldar una política de radicalización frente a otros actores políticos y al aislamiento. Y aunque la radicalización eventualmente puede ser una solución en caso de llegar a un bloqueo político, termina empoderando a sectores dentro del Pacto Histórico y dentro de la Colombia Humana que pueden generar narrativas mucho más oscuras y distantes de la realidad nacional para explicar lo que sucede en el país.
7. Los medios están enfrascados en esa disputa con el gobierno, por ello mismo su agenda mediática es disonante. No informan lo que sucede, sino como lo que sucede contesta las narrativas del gobierno.
Existe una lucha en curso por influir en la opinión pública y en lo que se considera "sentido común". Los medios de comunicación creen que no es responsabilidad del gobierno crear esas narrativas, ya que consideran que no es su papel. Sin embargo, debido a la novedad de un gobierno que busca generar relatos y símbolos que respalden su gestión, los medios se han sentido obligados a responder. Aprovechando los errores comunicativos del gobierno, los medios, en un escenario en el que antes eran los únicos actores que moldeaban la opinión pública, han logrado equipararse en esta disputa. Han aprendido las debilidades del gobierno para poder enfrentarlo y, al hacerlo, también han logrado generar impactos políticos notables, en línea con las agendas y enfoques editoriales que defienden. Los medios de comunicación también han experimentado una amenaza profunda en su propia existencia. Esto se debe a que, al crear narrativas que moldean la percepción general de la sociedad, también se comprometen y defienden los cimientos de esas narrativas. Cuando un gobierno desafía y disputa el espacio informativo, también pone en entredicho las bases en las que los medios se sustentan. Esta situación genera una gran incertidumbre y cuestiona los principios fundamentales que los medios defienden.
La reciente crisis desencadenada por las irregularidades cometidas por Laura Sarabia y Armando Benedetti ha proporcionado una oportunidad para los medios de comunicación, en su búsqueda de influir en el sentido común, para cuestionar al gobierno. Los medios han enfocado su atención en rumores y sucesos cotidianos y los han vuelto el canal por el que pueden emitir aquellas críticas. Por ello, los eventos relacionados alrededor de la relación entre Susana Boreal y su pareja, miembro de su UTL, el cubrimiento a los pormenores de la relación entre Day Vásquez y Nicolás Petro en el entramado de corrupción, y el caso de la ex-niñera y las irregularidades cometidas por Laura Sarabia se convierten en los escenarios propicios para que los medios cuestionen las premisas simbólicas y las narrativas del gobierno. En contraste, es en los ámbitos de disputa basados en la gestión donde el gobierno podría defenderse de manera más efectiva, a pesar de sus deficiencias comunicativas.
Frente a Barbosa y la procuradora Cabello:
Los medios les han abierto la voz porque para algunos grandes conglomerados informativos, en sus líneas editoriales, estos dos funcionarios son quienes representan el sentido común y los principios fundamentales del modelo político colombiano. En otros medios, quienes representan esta figura son los actores independientes. En cada caso, los medios reflejan en estos personajes sus líneas editoriales, sus relatos, sus lecturas del país y sus expectativas frente a esta disputa con el gobierno.
A modo de conclusión:
Es importante destacar que el incidente de la ex-niñera no fue la causa directa de la crisis, sino que actuó como un catalizador que permitió que las tensiones políticas presentes en este momento se manifestaran. Esto ocurrió porque el incidente involucró elementos fundamentales que concentran esas tensiones y les proporcionó una plataforma para emerger en la esfera política.
Los medios de comunicación tampoco son los responsables directos de la crisis, ya que su función principal es transmitir las respuestas al gobierno provenientes de diversos grupos de interés y otros sectores políticos y económicos. Si bien el escándalo de la niñera sirvió como una plataforma para que esas tensiones se manifestaran, los medios de comunicación han sido los canales a través de los cuales esas tensiones han encontrado voz y han tomado forma. Su papel ha sido fundamental en dar visibilidad a las diversas perspectivas y críticas dirigidas al gobierno.
De lo sucedido, se evidencia que la coyuntura actual refleja una lucha por el poder político entre este gobierno alternativo y los grandes grupos políticos y económicos que ahora mismo se sienten amenazados por las propuestas y reformas en curso. Esta tensión se ha agudizado con el escándalo de la ex-niñera, lo cual confronta al gobierno en su discurso social, sus narrativas de cambio y su capacidad comunicativa. Los medios de comunicación han aprovechado esta situación para cuestionar las premisas simbólicas y narrativas del gobierno, alineándose con otras críticas emitidas por sectores declarados en independencia y opositores. Con su incapacidad para adaptarse al nuevo contexto político, estos medios han alimentado los relatos de estos grupos (aún en etapa embrionaria posterior al uribismo) contribuyendo a empeorar la gobernabilidad, que ya desde la ruptura de la coalición se ha venido fragmentando entre los repartos burocráticos a congresistas y el desgaste que ha implicado mover la agenda legislativa, junto con la erosión de las relaciones con los movimientos sociales y las disputas internas dentro del Pacto Histórico.
Aunque la situación no es terminal, muestra las limitaciones del gobierno para disputar el poder e impulsar su agenda de cambio. La falta de una estrategia comunicativa también ha generado decepción entre las bases sociales, quienes están llamadas el 7 de junio a movilizarse para defender la agenda del gobierno. En esta batalla por moldear el sentido común, los medios han logrado afectar políticamente al bloque alternativo al conocer y aprovechar sus debilidades comunicativas, poniendo en entredicho sus principios.