El exparamilitar Pablo Hernán Sierra, alias “Alberto Guerrero” o “Pipintá”, hoy testigo en el juicio contra el expresidente Álvaro Uribe por fraude procesal y manipulación de testigos, habló en exclusiva con Señal Investigativa desde la cárcel de Cómbita. Bajo juramento, ha declarado que Uribe pactó con paramilitares, ordenó asesinatos y manipuló testigos. Reveló hechos inéditos como las masacres de San Roque, el asesinato de Vicente Castaño y montajes desde la Casa de Nariño contra la Corte Suprema.
Camilo Alzate González para Señal Investigativa
“Los que hemos matado somos quienes más tememos a la muerte porque sabemos lo fácil que un ser humano se muere”. Así habla Pablo Hernán Sierra conocido como “Alberto Guerrero” o “Pipintá”, uno de los exparamilitares más polémicos del país por cuenta de sus denuncias reiteradas en contra del expresidente Álvaro Uribe y su hermano Santiago, que vienen desde el 2011, cuando Sierra reveló en una entrevista con el hoy senador Iván Cepeda el papel del expresidente en la fundación del Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia en el Oriente de Antioquia.
Aunque afrontó procesos judiciales por su versión, Sierra jamás se ha retractado de las acusaciones en contra de Álvaro y Santiago Uribe. Por el contrario, fue absuelto dos veces por la justicia después que el expresidente y su hermano lo denunciaran por calumnia. En aquel proceso el penalista Carlos Arturo Toro, quien es su defensor, fue amenazado y recibió múltiples presiones que incluyeron un proceso disciplinario.
Para desvirtuar las declaraciones de Pablo Hernán Sierra, el expresidente Álvaro Uribe habría, presuntamente, recurrido a conocidos criminales, abogados y personas de su entera confianza para sobornar y obtener testimonios falsos en diferentes cárceles del país y el extranjero. Por estos hechos, Uribe enfrenta hoy un juicio.
Sierra lleva 18 años en prisión por más de doscientas condenas en las que aceptó su responsabilidad como comandante del Frente Cacique Pipintá, una estructura de las Autodefensas que delinquió en el norte de Caldas y Risaralda y nunca se desmovilizó.
“Alberto Pipintá”, como le llaman sus antiguos subordinados, aceptó conversar con la Revista RAYA y Señal Colombia, a condición de que la entrevista ocurriera después de su comparecencia como testigo en el juicio contra el expresidente Uribe. El encuentro, autorizado por el INPEC, tuvo lugar en el pabellón de máxima seguridad de la penitenciaría de Cómbita (Boyacá), el pasado 6 de mayo.
“Pipintá” narró hechos poco conocidos de la guerra en Antioquia, como las masacres de San Roque, reveló detalles inéditos sobre el fracaso del proceso de paz con los paramilitares y contó que hoy se asesora en temas políticos con Leonel Uribe, expersonero de Sabana de Torres y presidente de la ONG ECOPAZ.
Además, aseguró que Álvaro Uribe pactó con “Don Berna” el asesinato de Vicente Castaño para encubrir el fracaso de la desmovilización paramilitar y pidió que la Fiscalía investigue estos hechos.
Ver la versión para televisión de Señal Investigativa
Señal Investigativa: https://www.youtube.com/watch?v=1ivfNcM7vhg
Fue notoria su confrontación con el abogado Jaime Lombana en el juicio que se sigue contra el expresidente Uribe. Lombana impidió que usted terminara su testimonio, ¿qué era lo que él quería ocultar a la audiencia?
Él se molestó mucho cuando me preguntó si yo había visto al presidente Uribe y le dije que sí. Pensó que le iba a decir que no. La primera vez que vi a Uribe fue en una reunión en el restaurante Los Recuerdos, por la Avenida Colombia de Medellín [esto ocurrió en 1995, cuando Sierra aún no era miembro de las Autodefensas]. La segunda vez fue en la primera subasta ganadera que se le hizo a Uribe en La Pintada el 9 de febrero de 2002 [durante la primera campaña presidencial]. En esa subasta se recogieron 280 millones de pesos para Uribe y él estuvo presente, incluso montó a caballo y ese caballo lo subastaron. Esa era zona del Frente Cacique Pipintá, y hubo gente nuestra que le prestó seguridad. Yo pasé por ahí en el carro con un amigo, Olver Ossa, vimos a Uribe y seguimos. La subasta se organizó con don Hernando Montes, presidente de la Asociación Gremial de Ganaderos (ASOGANS). Él estuvo condenado por esos hechos y por colaborar con el Frente Cacique Pipintá. Nosotros teníamos radio de la Asociación de Ganaderos y ahí estaba la clave de la Policía, uno escuchaba todo lo que hablaba la Policía en esa región.
Uribe ha dicho que en esa subasta no había bandidos, pero el exparamilitar Carlos Enrique Vélez alias “Víctor” aseguró a la Revista RAYA que estuvo allí escoltándolo. Otra versión sugiere que Darley Guzmán “Jopra” incluso le dio la mano a Uribe…
Lo de “Jopra” no. Él era escolta mío, jefe de seguridad. Andábamos enfusilados con doce muchachos en dos camionetas. Decir que nos bajamos y lo saludamos, eso no ocurrió.
Uribe dijo en el juicio que no lo conoce a usted
Si no me conoce, entonces ¿cómo hizo para darme el salvoconducto el 18 de mayo de 2006, cuando la Corte Constitucional declaró inexequible el delito de sedición dentro de la ley de Justicia y Paz, con que se desmovilizaron los paramilitares? Ese día estaba reunido con la gente del gobierno, con el coronel Julio César Santoyo, hermano del general Mauricio Santoyo, y con Alejandro Albarracín, que manejó todas las negociaciones de paz junto al Comisionado Luis Carlos Restrepo. ¿Cómo no iba a saber de mí? Además, hay un exalcalde de La Pintada, César Vélez, por medio de quien Uribe sabía de mí. Vélez trabajó veinte años como mensajero del expresidente Uribe y yo lo patrociné para su campaña a la alcaldía. Ganó las elecciones, pero no se alcanzó a posesionar, porque lo detuvieron por un combustible robado y vínculos con el Frente Cacique Pipintá.
Durante el juicio se habló de un caso documentado por la Corporación Jurídica Libertad en el libro Memoria de la impunidad en Antioquia, sobre la relación entre Luis Alberto Villegas y la Convivir El Cóndor, con la que inició el Bloque Metro de las Autodefensas con aval de Uribe cuando fue gobernador. ¿Qué conoce de esa historia?
Eso es real. La familia de Luis Villegas tiene poder político y económico en la región. Tienen parentesco con el expresidente Uribe, quien siendo gobernador de Antioquia autorizó la Convivir en una resolución de noviembre de 1996.
Hubo un momento del juicio en que Juan Guillermo Monsalve “Guacharaco” declaró que estaba con Luis Villegas en la finca Guacharacas y llegó la guerrilla. Luis llamó a Uribe para que les mandara tropa, y el mismo expresidente, en pleno juicio, fue diciendo: “yo no les mandé tropa, yo les mandé Ejército”. O sea, reconoció que sí hablaba con Luis Villegas telefónicamente.
Luis Villegas no estuvo todo el tiempo. A él lo capturan y llega Carlos Mauricio García, alias “Rodrigo Doble Cero”, en el año 1997. Llega “Jota”, que dirigía todo desde el municipio de Bello, tenían una casa en el Barrio Central, de ahí salían los urbanos.
Lea la investigación: Estos son Juan y Luis Alberto Villegas, acusados de fundar con Uribe el Bloque Metro
Había dos grupos paralelos. El grupo militar comandado por alias “Filo” con treinta hombres, ese entra haciendo las masacres. Y un grupo de “urbanos” que se mueve desde esa casa en Bello, ahí estaba alias “Cadavid”, alias “Arboleda” que ya lo mataron, ellos iban, sicariaban en esos pueblos y regresaban a Bello.
¿Cuál era su rol en ese grupo?
Yo tenía un almacén agropecuario en Santodomingo. Cuando empezó a llegar la guerrilla, los hijos de los trabajadores de la finca de mi padre se metieron a la guerrilla, al Ejército de Liberación Nacional (ELN). Ellos empezaron a coger fuerza en esa región y sólo estaban ellos, pero a nosotros nunca nos gustó la guerrilla. Yo empecé a ir a la Cuarta Brigada del Ejército a dar información, también le pasaba datos a un sargento de apellido Corrales, comandante de la estación de Policía en Santodomingo. Llevaba una vida normal de comerciante, pero fui informante, al comienzo, de ese grupo paramilitar. Ingresé en 1997, después de ir a la cárcel por hacer un favor a los paramilitares con un carro robado. Cuando salí de la cárcel me metí de lleno a la organización: me presenté dónde “Doble Cero”, “Arboleda” y “Jota”. Les propuse instalar válvulas para robar combustible del oleoducto y financiar la organización. “Doble Cero”, quien lo creyera, era un un hombre muy puritano, muy de Autodefensa, fue diciendo: “cómo vamos a robar al Estado, lo que tenemos es que proteger las infraestructuras del Estado, no podemos hacer eso”. A mí se me ocurrió decirle: “comandante, el Estado somos nosotros, eso es como sacar plata de un bolsillo y echarla en otro, es la forma del Estado de financiar la guerra”. Entonces soltó la risa y nos dijo: listo, organizamos el 60% para la organización y el 40% para nosotros. Después hubo muchos problemas con “Doble Cero” y la misma organización lo mató. Eso lo conté en el juicio.
Organigrama del Bloque Metro elaborado por la Fiscalía
Según sentencias de Justicia y Paz el ganadero Luis Alberto Villegas se aprovechó de esa situación para vender combustible robado en su gasolinera de San José del Nus. ¿Qué le consta de eso?
A mí no me tocó con Luis. Para ese entonces él ya estaba detenido. Yo no trabajé directamente para Luis Villegas, lo que hice fue con “Jota”, “Doble Cero” y “Arboleda”. Cuando Luis cae a la cárcel, el grupo tiene fuerza y están posesionados en la región, ya le habían quitado la base al ELN en un corregimiento de San Roque que se llama Cristales, allá es donde fue la base militar del Bloque Metro de las Autodefensas, allá vivió “Doble Cero”, allá se citaban las reuniones. Cuando Luis Villegas salió de la cárcel prácticamente le entregó todo a “Doble Cero” y a “Jota”. De Juan Guillermo Villegas [hermano de Luis] no puedo decir que haya estado vinculado tan directamente con esa organización, como sí lo estuvo Luis. Tampoco Santiago Gallón Henao. Él tenía una finca, llegando a San José del Nus, se llamaba La Quesera. Fue financiador, creo que pagó una condena por concierto para delinquir por esos hechos. Sí lo conocí, pero no puedo decir que haya ordenado muertes. A Luis Villegas lo conocí en persona en la oficina de la Convivir El Cóndor, junto al bar El Ganadero, un restaurante que era de ellos. Ahí conocí también a Juan Guillermo Monsalve.
Hay un hecho poco conocido de la guerra en el Nordeste antioqueño: el asesinato de Darío Granda a finales de 2002, cuando Uribe ya era presidente. ¿Cómo ocurrió este crimen? ¿Por qué no se ha juzgado a los responsables?
Darío Granda, alias “Gigante”, era un minero. Tuvo un cruce de palabras con Santiago en las riberas del río Nus, porque estaba explotando unas minas ahí.
¿Se refiere a Santiago Uribe?
Sí, el hermano del expresidente Uribe. Ese día Santiago estaba con Juan Guillermo Monsalve, “Guacharaco”. Santiago le dijo a Darío Granda que no explotara esas minas porque dañaba las riberas del río que pasa por la Hacienda Guacharacas. Ahí es donde Darío Granda se metió a la guerrilla del ELN. Después ocurrió la quema de la Hacienda Guacharacas, en mayo de 1996. Después le cuentan a Santiago que Darío Granda se pasó para las Autodefensas y que estaba en el corregimiento del Jordán, en San Carlos. Entonces, lo mandan a llevar a Cristales, allá le hacen el juicio y lo matan en el corregimiento de Providencia, de donde él era, delante de la gente.
¿Quién da la orden? ¿Es Santiago Uribe?
Él es quien habla con “Jota” y con Luis Villegas.
Por estas declaraciones, consignadas en una sentencia de Justicia y Paz, el expresidente Uribe y Santiago Uribe lo demandan a usted por calumnia, en un proceso accidentado que falló a su favor…
Yo arranqué con este proceso en 2011, cuando le di una entrevista en esta misma cárcel a Arnulfo Méndez, de Noticias UNO. Ahí arranca toda esta historia, pero nunca cogió fuerza, sólo ahora que el expresidente Uribe compró testigos y la Corte le tenía interceptado el teléfono y todo se le devolvió. Está en juicio, en vivo y en directo, como un reality. Es histórico. Se va a saber quién está diciendo la verdad. Todo arranca con el secuestro de José Luis Mejía Ramírez alias “Bayron”, al que intercambian por otros secuestrados en el helicóptero de la Gobernación de Antioquia.
¿Quién era Bayron?
Era el comandante del frente Carlos Alirio Buitrago del ELN. El Frente Bernardo López Arroyave es el que quema la Hacienda Guacharacas, era adjunto a ese frente. A Bayron lo secuestran los paramilitares y lo intercambian por una señora Martha Valero, que era accionista de Laboratorios Vecol, y por un señor Márquez, de El Peñol, que estaban en poder del ELN. Esta historia me la contó el mismo Bayron en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Él se acogió a la ley de Justicia y Paz, pagó ocho años y ya está libre.
La defensa del expresidente ha tratado de desvirtuar sus testimonios diciendo que usted nunca fue paramilitar aunque está probado que sí lo fue. ¿Conoció a los jefes de las Autodefensas? ¿Conoció a Mancuso?
Sí claro. Lo conocí antes de su desmovilización, tal vez entre el 2003 o 2004. Yo anduve con Iván Roberto Duque alias “Ernesto Báez”, casi diez años. Èl fue el ideólogo y estamento político de las Autodefensas, fundador del Bloque Central Bolívar. Fuí con “Báez” a una reunión donde Mancuso, en un campamento que se llamaba 06, allá en su finca, en el patio de la casa había otra casa gigante, pero resulta que esa casa era un hangar que se abría por el techo y ahí tenía un helicóptero. Mancuso prendió su helicóptero y nos montamos para ir a una reunión con Carlos Castaño. Claro que lo conocí.
Se sabe bastante sobre las masacres del Aro y La Granja en Ituango, crímenes de lesa humanidad que salpican a Álvaro Uribe cuando fue gobernador de Antioquia. Pero poco se habla de las masacres de San Roque en el nordeste antioqueño, ¿Qué puede decir de esos hechos?
Hay dos masacres, la primera fue el 13 de julio de 1996. Ahí mueren Nicolás Mesa, Darío Ceballos, Luis Carlos Posada, Ómar Alzate y Eliécer Osorio. Sigue la del 14 de noviembre de 1996, pero hay que manejar los tiempos: el detonante para que el ELN queme la Hacienda Guacharacas, propiedad del gobernador Álvaro Uribe, fue el secuestro de alias “Bayron”, a finales de 1995, la guerrilla quema la Hacienda en mayo de 1996, pasan muy pocos meses.
¿Las masacres fueron una represalia del Bloque Metro por la quema de la Hacienda?
Exacto, pero todavía no era Bloque Metro, inclusive no estaba conformada la Convivir El Cóndor. Ahí entra el papel de Luis Alberto Villegas. La primera masacre, de julio de 1996, fue en toda la autopista que va hacia Puerto Berrío, frente de una hacienda panelera que se llama La María, muy cerca al corregimiento de Providencia y los predios de la Hacienda Guacharacas. La masacre de septiembre fue con la gente que yo conocí, a ellos los desaparecieron: a Miguel Amariles, un caballista, Fernando Peláez, un comerciante que tenía ferreterías y negocios, había también un menor de edad que yo no conocí, y Álvaro Carmona, un negociante de caballos que recorría las ferias de todos esos pueblos. Yo tomaba aguardiente con él y hacíamos cabalgatas.
¿Por qué los mataron?
El que “calienta” todo ese parche, por decirlo de alguna manera, fue Álvaro. Ellos salieron de San Roque en un carro y se fueron a la Brigada Militar de Puerto Berrío. Todos tenían armas amparadas, iban a validar los salvoconductos y a comprar municiones. De regreso los interceptaron y los desaparecieron. A Álvaro Carmona lo acusaron de que el ELN le había dado los caballos robados de la Hacienda Guacharacas para que los vendiera. Él vendió los caballos, entregó la plata al ELN, pero no tenía la culpa. lo hizo obligado porque, en esa época, la guerrilla mandaba en esa región.
Conocimos una carta suya a la fiscal general Luz Adriana Camargo pidiendo que se investiguen hechos del conflicto, entre otros la muerte de Vicente Castaño Gil, hermano de Carlos Castaño y fundador de las Autodefensas Unidas de Colombia…
La muerte de Vicente se origina cuando la Corte Constitucional tumba el delito de sedición, que no fue incluido dentro de la ley de Justicia y Paz, el 18 de mayo del 2006. En ese momento las Autodefensas pasamos a ser delincuentes comunes, no quedamos valiendo nada. El proceso de paz quedó al borde del fracaso. Yo ese día estaba en La Merced, Caldas, con la comitiva del gobierno, para desmovilizar el Frente Pipintá, tenía 250 hombres enfusilados. Al fax de la alcaldía de La Merced el gobierno me envió un salvoconducto, sólo lo tuvimos diez comandantes, entre ellos “Báez” y Mancuso. Pero al ver que el proceso de paz con las Autodefensas estaba fracasando, el Gobierno programó una reunión en Villa Esperanza [una sede política de las Autodefensas a las afueras de Copacabana, Antioquia]. Ya se había acabado la zona de concentración de Santa Fe de Ralito porque Diego Fernando Murillo alias “Don Berna" mató a una familia allí [el diputado Orlando Benítez, su hermana Iris Benítez y el chofer José Francisco Maestre] y además desaparecieron a Rodrigo Mercado Peluffo “Cadena”, jefe paramilitar de los Montes de María. El Gobierno hace un operativo en Ralito para capturar a “Don Berna”...
Me parece que no son bien conocidas las circunstancias de aquella captura…
Eso le voy a contar. Llegó el operativo a Santa Fe de Ralito, Uribe no respetó que esa era una zona temporal, inclusive hubo unos disparos. Todos los jefes ordenaban que no dispararan, ya llegó Luis Carlos Restrepo, el Comisionado de Paz, y dijo que la orden era que “Don Berna” se tenía que entregar, pero él se alcanzó a salir de la zona. Por medio de “Ernesto Báez” se organizó que “Don Berna” regresara a Santa Fe de Ralito. El Comisionado de Paz habló por teléfono satelital con el embajador de Estados Unidos y con Uribe. “Ernesto Báez” iba y volvía en helicóptero hasta donde estaba “Don Berna” llevando la razón, hasta que “Don Berna” volvió a Ralito, pero no a su casa sino a la sede política de “Báez”, donde era custodiado por treinta hombres bajo el mando de un coronel de la Policía. Y un día llegó el mellizo Mejía Múnera con un carro y le dijo “tengo todo listo, vámonos”, pero “Don Berna” no quiso volarse. A los pocos días llegó una comisión del Gobierno por él, le dijeron que estaban en la casa del Comisionado de Paz, ahí dentro de Ralito, le dijeron que fuera sin escoltas, él se montó al carro y cuando llegó había un helicóptero, le dijeron “la reunión es en Bogotá, vamos que nosotros mismos lo traemos”. Él desconfiaba, pero se montó al helicóptero y resulta que terminó en esta misma cárcel, en Cómbita. Y paradojas de la vida, quien lo recibió acá fue el que había sido su archienemigo del Cartel de Medellín: Jhon Jairo Velasquez “Popeye”, que le prestó una chaqueta. A “Don Berna” lo traicionaron y ahí es donde fracasó todo el proceso de paz.
¿Las Autodefensas interpretaron esto como una traición de Álvaro Uribe?
Cuando eso pasó se acabó Ralito.
El expresidente Uribe dijo que se acababa Ralito porque ustedes siguieron delinquiendo desde allá…
Lo que ocurrió fue lo que hizo “Don Berna”, mató a la familia Benítez y desapareció al comandante Cadena. Inclusive allá estaba el narcotraficante “Tuso Sierra”, pero aislado de todos los jefes en una casa, estaba allá autorizado por el Comisionado de Paz. Por medio de “Ernesto Báez” con el Comisionado Luis Carlos Restrepo estaban bregando a presentarlo a él como el financiador del Bloque Nutibara de las Autodefensas, el primer bloque que se desmovilizó en Medellín. Yo salí de Medellín en un helicóptero con “Ernesto Báez” a recogerlo allá, cuando ya todo el mundo se había venido, él estaba sólo con unos muchachos que lo acompañaban. Lo llevamos a Puerto Berrío, a una finca donde lo recibió Rodrigo Pérez Alzate “Julián Bolívar”. Entonces el Gobierno convocó después una reunión en Villa Esperanza, en Copacabana.
¿Con quién fue la reunión?
Con todos los jefes de las Autodefensas. Creo que ni siquiera en Ralito se reunieron todos. Yo estuve en esa reunión. Ahí llegaban todos los días los abogados que eran como catorce, inclusive Abelardo de la Espriella era de ese colectivo de abogados que se llamaba Colectivo Reyes Echandía. Buscábamos soluciones para el fracaso del proceso, y un día cualquiera estábamos todos y yo propuse que a “Don Berna” lo sacaran de la cárcel de Itagüí para llevarlo a esa casa de paz de Villa Esperanza, así como habían sacado a Francisco Galán [exguerrillero del ELN] de la misma cárcel. Entonces Freddy Rendón “El Alemán” me dijo “Alberto, usted nos va a poner a arrancar de cero y mire donde vamos”. Yo le contesté “es la forma de medirle la temperatura al presidente Uribe, porque él es un hombre de guerra, él no es un hombre de paz y es capaz de capturarnos a todos aquí”.
¿En ese momento quiénes se habían desmovilizado?
Hablamos del 2006, todos se habían desmovilizado menos “El Alemán” y yo, que me iba a desmovilizar el viernes 26 de mayo, dos días antes de la reelección de Uribe, porque eso iba a ser el boom, pero no se dio. En Villa Esperanza hubo polémica, unos decían que yo tenía razón, otros que no, la cuestión es que don Vicente Castaño me llamó y me dijo “usted lo que dijo es capaz de volverlo a decir” entonces yo le dije “pues claro”. Ya se dio esa reunión por la tarde, el Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo llegó con el ministro del interior Sabas Pretelt de la Vega, llegó monseñor Julio César Vidal y César Mauricio Velásquez [jefe de prensa de Uribe]. Ahí estaba la crema y nata de las Autodefensas en el país, todos los comandantes. Escogimos una comisión negociadora con Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo “Jorge 40”, Calos Mario Jiménez “Macaco”, Carlos Mario Aguilar “Rogelio” [jefe de la Oficina de Envigado], Iván Roberto Duque “Ernesto Báez” y Vicente Castaño. Los del Gobierno llegaron en un helicóptero que aterrizó en el helipuerto de la fábrica de neveras de HACEB, aledaña a Villa Esperanza. Los jefes nuestros hablaron y don Vicente Castaño habló de último, yo estaba sentado al lado de él, Rodrigo Pérez Alzate “Julián Bolívar” era el moderador de la reunión. Cuando don Vicente terminó prácticamente desafió al Estado, le dijo al Gobierno que de los 32 mil desmovilizados había 1.500 hombres que equivalen a ser comandantes de batallón, los que van a los campos de batalla, y que la organización estaba preparada para volver a arrancar con muy pocos fusiles y en poco tiempo estar fortalecidos. Fue una amenaza al Estado.
Creo que cumplió la amenaza, porque él fundó lo que hoy se conoce como el Clan del Golfo…
Sí, para allá voy. Cuando don Vicente terminó de hablar pedí la palabra, aunque no estaba en el orden del día. Conté que era el comandante del Frente Cacique Pipintá y le dije a Sabas Pretelt que yo había comprado fusiles y pagado la nómina de las Autodefensas y de la Fuerza Pública con plata del Estado, porque el frente se financió con el robo de gasolina de Ecopetrol, que es del Estado. Palabras más, palabras menos, le dije a Sabas: “Señor ministro, deme seguridad jurídica, que no la tenemos, para poderme desmovilizar, si quiere le mando los fusiles a Bogotá”. La intervención mía fue muy polémica pero terminé aplaudido por ser tan directo, hasta Sabas Pretelt me felicitó. Pero, ¿qué ocurrió? A los quince días exactos salió el presidente Uribe en televisión a leer un comunicado, ese día yo no fui a Villa Esperanza. Yo llamé a “Ernesto Báez” y le dije “doctor, ese comunicado que leyó el presidente está muy fuerte, y es la primera vez que lee, él siempre dice todo de memoria, lo que escrito está escrito queda”. Él me contestó “no Alberto, usted tranquilo que aquí estamos con el Comisionado de Paz tomándonos unos tragos, tranquilo que no pasa nada, eso es para darle manejo a la opinión pública”. Al otro día la noticia: los jefes de las Autodefensas son conducidos a una estación de Policía. Resulta que Luis Carlos Restrepo, el Comisionado de Paz, se quedó hasta la una de la mañana en Villa Esperanza tomando whisky, pero el operativo llegó a las siete de la mañana.
¿El mismo día?
Claro, al otro día. Tocaron el portón inmenso de esa finca y había un centinela con su radio y su fusil, que le avisó a “Julián Bolívar” que había llegado un general y Julián le dijo “déjelo pasar”. Resulta que cuando abrieron el portón los cogieron de quietos a todos los escoltas de Ramón Isaza, a los de “Julián Bolívar” y a los de “Ernesto Báez”, que se alcanzó a esconder en un segundo piso en una pieza, los capturaron a todos menos a él. Yo estaba en mi apartamento cuando ví la noticia y llamé por celular a “Báez” y le dije “doctor, ¿qué pasó? ¿Usted dónde está?”. Él contestó “Alberto llegó un operativo, véngase para que me recoja”. Yo arranqué en el carro con unos muchachos, en un momentico llegamos allá y resulta que cuando estoy cerca vuelvo a llamar: “doctor, ya estoy llegando, ¿dónde me ubico?”, él me responde “no Alberto, cómo le parece que yo salí corriendo por unos potreros, pensé que ya se habían ido y me capturaron, me llevan para la estación de Bello”. Yo me devolví pensando en la torcida tan verraca que nos hizo el Gobierno. Al final los llevaron a la estación de Policía de La Ceja, donde llegó el Comisionado Restrepo a decirles “traigo este documento para que firmen que van a comparecer a los Tribunales de Justicia y Paz, o tienen la puerta abierta, pero el que se quiera ir, si es capturado, será extraditado a los Estados Unidos”. Ellos se asustaron, sin escoltas, reducidos, humillados, ¿qué hicieron? Firmar eso.
¿Se salvan usted y Vicente Castaño?
A mí no me capturan porque no estaba en Villa Esperanza. Resulta que Uribe capturó a todos los jefes simultáneamente porque a todos les tenía seguridad del Gobierno. A Daniel Mejía “Danielito”, de la Oficina de Envigado, a pesar de tener orden de captura, lo dejan ir. Pero resulta que la condición era que tenía que matar a Vicente Castaño, que ya estaba fugado, pero nunca lo hizo. En cambio mató a su mentor, a Gustavo Upegui, el empresario del Envigado Fútbol Club, fundador de la Oficina de Envigado. Además hizo una alianza con “Macaco” para cogerse la Oficina. Entonces don Vicente Castaño estaba en una finca de él en Girardota, a quince minutos de Villa Esperanza. Él tenía su escolta personal y los del Gobierno, que se acostaban a dormir en las hamacas. Un día su jefe de seguridad le dijo que cómo lo iban a cuidar si mantenían durmiendo y él, que era gago, dijo “eh, eh, déjelos que duerman que así es que los necesitamos”. Él mantenía cuatrimotos y caballos ensillados en sitios estratégicos por si le tocaba correr, así tenía en qué volarse. Yo no me explico quién le avisó del operativo, precisamente aprovechó que los escoltas del Gobierno estaban durmiendo y se voló. Al volarse don Vicente de esa finca, con todos los jefes capturados, Uribe se preocupó mucho, porque hasta el momento era un éxito la desmovilización de las Autodefensas pero uno de los fundadores estaba vivo y prófugo. Don Vicente es el que funda las Águilas Negras, que con su muerte se convierten en Autodefensas Gaitanistas [Clan del Golfo], fundadas por Daniel Rendón Herrera “Don Mario”. Son alias “Otoniel” y esos otros jefes los que le dicen a “Don Mario”: “vea, represéntenos usted”. Así nacen los Gaitanistas.
¿Quién mata a Vicente Castaño?
Según “Don Berna”, que me lo contó en La Picota y me autorizó a contarlo, eso tiene que ver con las idas de Antonio López “Job” a la Casa de Nariño. Yo hice buena amistad con “Don Berna” en la cárcel, aunque lo conocía desde la calle. A los días de estar con “Don Berna” en La Picota me dijo “viene un abogado Henry Anaya, de la Corte Suprema, hay que grabarlo” [Anaya se presentaba falsamente como enlace de la Corte, hizo parte del complot del gobierno de Uribe en contra de los magistrados de la Corte Suprema]. Entonces me pasó una grabadora y fuimos y nos reunimos con él, era para comprometerlo en cosas que nos pudiera dar él, para “Don Berna” presentarle esas grabaciones al presidente Uribe por medio de “Job”, que era el enlace entre “Don Berna” y la Casa de Nariño.
¿Buscaban enlodar a la Corte Suprema?
Para enlodar a la Corte Suprema, porque Uribe buscaba acabar con la Corte. Lo grabamos, eso pasó así.
¿Usted lo grabó? ¿A quién le entregó el audio?
Claro. La grabadora era así pequeñita como la suya, me la metí dentro del cuerpo, entre la camisa. Grabamos a Henry porque nos sacaron fuera del patio de la cárcel. Esa grabadora se la entregué otra vez a “Don Berna”, “Job” va por ella y la lleva a la Casa de Nariño [“Don Berna” confesó estos mismos hechos en 2013 en una declaración a la justicia colombiana desde su sitio de reclusión en los Estados Unidos].
¿Esos son los episodios en donde el paramilitar Severo Antonio López alias “Job” entra clandestinamente por el sótano a la Casa de Nariño?
Exactamente, de esos tiempos es que le estoy hablando.
¿Y qué tiene que ver “Job” con la muerte de Vicente Castaño?
Fue el razonero. Con “Job” le mandan la razón desde la Casa de Nariño a “Don Berna”: que si mata a Vicente Castaño, no lo extraditan. Entonces “Don Berna” le da la orden a Carlos Mario Aguilar “Rogelio”, que es su hombre en la Oficina de Envigado, y “Rogelio” contacta a Ever Veloza “HH”, se dan otros eventos que con la llegada de Mancuso a Colombia se confirmaron, con la carta que él publicó [Pipintá se refiere a la carta de Byron Jiménez alias “Gordo Pepe”, donde aquel le confesó a Mancuso los pormenores del crimen].
Pero no entiendo, ¿entonces quién dio la orden de matar a Vicente Castaño?
¡Pues Uribe! Uribe le dijo a “Don Berna”: “Máteme a Vicente y no lo extradito”. Uribe no daba crédito a que había sido un éxito la desmovilización de las Autodefensas pero el fundador estaba vivo y ya estaba rearmado.
¿A usted le consta que esa orden la dio Álvaro Uribe Vélez? Es decir, ¿”Don Berna” le contó eso a usted?
Claro, “Don Berna”, claro.
¿Por qué cree que él no ha contado esto? [“Don Berna” aseguró en una carta del 2013 que detrás del crimen estuvo Luis Carlos Restrepo, excomisionado de paz y hombre de confianza de Uribe]
Pues no sé, tiene que aprovechar ahora que Petro lo nombró gestor de paz para contar todo esto, para desentrabar todo esto. Yo narro estos hechos en la carta que usted mencionó que le llegó a la fiscal general, Luz Adriana Camargo. Le pido a la fiscal que le abra un proceso al expresidente Uribe por esos hechos, porque la Corte Suprema se lavó las manos con Uribe y le entregó todo a la Fiscalía. Es la Fiscalía la que tiene que investigar si es mentira o es verdad todo lo que yo estoy diciendo. “Don Berna” debe declarar, me imagino que los gestores de paz deben estar comprometidos con la verdad, es el momento histórico ahora que se le lleva este juicio público al expresidente Uribe.
Quiero preguntarle por un hecho especialmente doloroso para el movimiento indígena de Caldas, se trata de la masacre de Riosucio en 2003, en Justicia y Paz se habló de la posible intervención de Mario Uribe ¿cómo fueron esos hechos?
Nos queríamos ganar la alcaldía de Riosucio, que es un municipio importante del occidente de Caldas. Había un candidato, Gabriel Cartagena, gobernador indígena de dos resguardos, me parece que se llaman Lomaprieta y Cañamomo. Yo lo declaré objetivo militar a él, fue un proceso para darlo de baja, se hizo dentro de una ambulancia con tres personas más. Esos hechos los cometió “Víctor” [Carlos Enrique Vélez, quien contó la misma versión en entrevista exclusiva con la Revista RAYA]. A mí ya me condenaron por esos hechos, a “Víctor” también y a otros muchachos. El candidato que yo tuve para esa elección fue José Arcadio Villa, pero decir que él tiene que ver, no, qué orden iba a dar si no perteneció a la organización. Pero resulta que quien le dio el aval a José Arcadio fue el movimiento político de Mario Uribe [primo del expresidente Uribe condenado por vínculos con paramilitares]. Y para ese entonces en un municipio de tanta guerrilla era histórico que Mario Uribe fuera a hacerle proselitismo, y él fue y le hizo a José Arcadio. Mario Uribe se contacta a través de César Vélez de La Pintada. Yo con Mario Uribe nunca me reuní, no voy a decir mentiras, pero sí tenía todo a través de César y de Arcadio, se dieron esos hechos. Pero decir que Mario Uribe dio la orden de matar a Gabriel Cartagena, eso no fue así, los hechos los cometí yo, que di la orden. De todas maneras la alcaldía se perdió. De ahí se remontan otras muertes, como la de Fabiola Largo, otra gobernadora indígena. Allá matamos muchos indígenas en ese pueblo.
Por sus denuncias ¿Tiene miedo? ¿Se ha sentido amenazado?
Tengo que ser honesto: nunca he sido amenazado, ni por Uribe, ni por nadie. ¿Miedo? Miedo a todos nos da, las personas que hemos matado somos los que más miedo le tenemos a la muerte, porque sabemos lo fácil que un ser humano se muere. Pero también, y lo digo con mucho respeto a las víctimas, si no me dio miedo matar, ¿por qué me va a dar miedo hablar? Resulta que Uribe se inventó la ley de Justicia y Paz para que contaramos la verdad, pero se le olvidó que él estaba sumergido dentro de esa verdad. La verdad sin Uribe no es verdad.
¿Por qué?
Porque Uribe es el referente político de nosotros en las Autodefensas, con su discurso desde que fue candidato a la Gobernación de Antioquia. Él mismo lo ha contado: todo lo que le pasó con la guerrilla y su familia, él tiene su venganza. Como Luis Villegas, se armó para defender a su familia, para defender sus propiedades.
Si dice que Uribe fue su referente, como aseguró en el juicio, ¿se siente traicionado o utilizado por él?
Pues sí, porque Uribe ahora se quiere lavar las manos y le va a quedar muy difícil, va a ser imposible. Uribe vale por el paramilitarismo. Uribe sin el Inri del paramilitarismo no es nada, es un político más. Y él no es un político más: es el más. A Uribe lo elegimos la primera vez, trabajamos políticamente para él, lo reelegimos, se le desmovilizaron 32 mil hombres, se le entregaron 18 mil fusiles, ¿a cambio de qué? La guerrilla tuvo reconocimiento político, ¿nosotros por qué no?