La Mesa de Víctimas de Sumapaz fue acreditada por la JEP, sumando el tercer hito en su búsqueda de justicia. Este reconocimiento se añade a la constitución de la Zona de Reserva Campesina en 2022 y la acreditación ante la Unidad de Víctimas en 2024. A través de la justicia transicional, la comunidad que sobrevivió a la guerra en la Bogotá rural busca ahora verdad y reparación por los crímenes sufridos.
Por: Juan Carlos Granados Tuta
El páramo de Sumapaz, el más grande del mundo y pulmón de la capital colombiana, acaba de materializar una victoria histórica. Con la acreditación de la Justicia Especial para la Paz (JEP), que se suma a la constitución de la Zona de Reserva Campesina en 2022 y al reconocimiento de la Unidad de Víctimas en 2024, este territorio empieza a sanar heridas de una guerra que ha marcado a su población por más de un siglo.
Tras años de violencia que devastaron a la comunidad, la JEP llega al corazón del páramo para iniciar un camino de sanación colectiva. Este reportaje explora, a través de los testimonios de sus líderes y la comunidad, cómo la memoria y la justicia transicional se convierten en las herramientas para reconstruir un tejido social que se creía perdido.
Para entender esta historia ascendemos a la alta montaña y recorremos los caminos que guardan las cicatrices de la guerra. A medida que la temperatura va disminuyendo, el paisaje se embellece. Hermosas lagunas, frailejones por todas partes y una neblina que da la bienvenida al páramo más grande del mundo. Durante el trayecto al corregimiento de San Juan hay militares custodiando el camino. El puesto de control del Ejército se encuentra en un punto conocido como Casa Blanca, del Batallón de Alta Montaña de Sumapaz.
Mientras el bus avanza, en un recorrido que tarda más de tres horas desde Bogotá hacia su localidad 20, a pesar de que muchos no sepan o no consideren a Sumapaz como parte de la capital, Erasmo Pulido va relatando sus memorias del conflicto armado. Pulido es un hombre mayor que conoce el páramo como la palma de su mano. Con sombrero puesto y ruana encima, vestimenta habitual de los sumapaceños para hacerle frente al inclemente frío, recuerda lo duro que fue vivir en los años 90. Comenta que entre 1990 y 1993 se vivieron fuertes combates entre las Farc y el Ejército donde la población civil quedó en medio del fuego cruzado.
Montañas de Sumapaz. Créditos: JEP.
“Tocaba resguardarse y esperar a que la confrontación no fuera tan cerca”, comenta. Fueron épocas difíciles para todos. Actualmente, a pesar de algún retén hecho por integrantes de la Segunda Marquetalia, grupo disidente de las Farc, y grafitis alusivos a esta organización criminal, Pulido dice que se respira tranquilidad en Sumapaz.
La Bogotá rural, ajena para muchos citadinos, vivió en carne propia los despojos y heridas del conflicto. El pasado 6 de julio la JEP acreditó al colectivo de la localidad de Sumapaz como víctimas y también a la vereda las Margaritas de Usme, quinta localidad de Bogotá. La Mesa de Víctimas de Sumapaz fue incluida en el caso 10 de la JEP que investiga crímenes no amnistiables cometidos por las Farc durante el conflicto armado, y también en el caso 08, que aborda los delitos de la Fuerza Pública en alianza con grupos paramilitares o terceros civiles.
Desde el centro del país el discurso de la “Colombia profunda” suele referirse a lugares apartados de las grandes ciudades donde el conflicto armado se vivió con mayor intensidad. Sin embargo, las comunidades de Usme y Sumapaz, que hacen parte de la capital a pesar de la distancia con la zona urbana, sufrieron en carne propia los estragos de la violencia, siendo testigos de que la guerra nunca fue ajena a Bogotá.
El acto de acreditación de la JEP se llevó a cabo en el corregimiento de San Juan, Sumapaz. Parte de la comunidad se congregó en el auditorio Mario Upegui. Este recinto lleva este nombre en honor al mítico dirigente político, concejal de Bogotá y alcalde local de Sumapaz Mario Upegui, quien militó en el Partido Comunista y después en la Unión Patriótica. Upegui falleció en 2012 y fue un luchador incansable por la paz. Siempre sostuvo que el diálogo político debía ser la respuesta al fin del conflicto y la puerta a la reconciliación. Después de las heridas que dejó la guerra, el anhelo de Upegui empieza a tomar forma en Sumapaz.
Decoración en el auditorio Mario Upegui. Créditos: Juan Carlos Granados.
Durante el evento, la comunidad presenció la obra de teatro “Mantener el juicio”, escrita y dirigida por el reconocidoactor Fabio Rubiano. El argumento central de la función es mostrar el proceso emocional que atraviesan las víctimas del Ejército y de las Farc para hallar verdad y ver de frente a sus victimarios. Además, esta puesta en escena visibiliza la visión de aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad, de ambos bandos, y que se sometieron a la JEP.
En el auditorio Mario Upegui, donde se realizó la función, las reacciones fueron diversas. Hubo personas que no podían mirar cuando hablaba el personaje que interpretaba a su victimario. Algunos se salieron porque no resistieron la crudeza de la obra. Otros se conmocionaron cuando se hacían escenas de homicidios. Incluso los niños volteaban a mirar a sus padres y les hacían consultas.
Por todo el contexto de conflicto, violencia política y estatal que marcó a los sumapaceños, realizar una puesta en escena sobre lo que se ha vivido durante los años en los que la JEP ha funcionado se siente de una manera totalmente distinta rodeado de víctimas y comunidades que han vivido y sobrevivido a la guerra. En conversación con RAYA, Alejandro Ramelli, presidente de la JEP, dijo que la justicia transicional tiene como orientación saber comunicar y llegar a un mayor público, por lo que es necesario recurrir a recursos como la literatura, la música o una obra de teatro, como la que se presentó ante la comunidad de Sumapaz, basada en hechos reales, para tener más impacto.
Carmenza López, lideresa y representante de la Mesa de Víctimas de Sumapaz, fue una de las más conmocionadas por la obra. “Fue realmente muy duro. Debemos prepararnos para verla. En ocasiones tenía ganas de levantarme y abalanzarme contra el actor que interpretaba al miembro de las Farc”, dice. Para López, estos recursos que implementa la JEP son importantes para llegar a un mayor público, sobre todo de las ciudades, que fue ajeno a muchas situaciones del conflicto. “La idea es que todo lo que pasó se conozca incluso internacionalmente”, menciona.
La mujer con el cuaderno en la mano es Carmenza López, lideresa de Sumapaz. Créditos: JEP.
Para la lideresa, terminar de presenciar la puesta en escena fue todo un reto. “Tenía ganas de irme por los recuerdos que reviví, pero me quedé porque debo ser fuerte por y para mi comunidad”, dice López. Su esposo, Guillermo Alberto Leal Mariño, quien era edil de Sumapaz y también fue alcalde local, fue secuestrado por las Farc el 15 de noviembre de 2008 y posteriormente asesinado. Cuando hallaron su cadáver no pudieron acceder a él porque lo dejaron rodeado de minas antipersonas. Un par de años después ella intentó subir a un sitio conocido como ánimas altas, en el corregimiento de Nazareth, donde dejaron el cuerpo de su esposo, pero no pudo llegar hasta allá porque le dijeron que en el sitio aún había minas.
El nombre de Carmenza López circuló por los medios el 27 de agosto de 2020 cuando en medio de un acto en Bogotá rechazó el abrazo que le pidió la senadora Sandra Ramírez, del partido Farc. “Ese abrazo lo recibiré el día que ustedes me digan la verdad”, fueron las palabras de la lideresa para la congresista Ramírez. López le dijo a RAYA que con la acreditación de la JEP solo espera una cosa por parte de los excombatientes de la guerrilla: verdad. “Yo no quiero que me siembren un arbolito, quiero que me digan por qué lo hicieron. Que respondan para qué hicieron tanto daño, sobre todo con líderes políticos como Guillermo (su esposo), pero también líderes sociales e incluso con los niños”, expresa.
Tras la desaparición y asesinato de su esposo, López salió desplazada hacia la Bogotá urbana junto a sus hijos. Allí la siguieron hostigando y amenazando. “Aparecían carros sin placas. Un tipo grande una vez abrió su saco y me mostró velas. Me describían cómo estaban vestidos mis hijos y me decían que se los iban a llevar. Por eso en Bogotá yo tuve que cambiar de apartamento varias veces, tratando de escapar de todo eso”, cuenta López.
La lideresa nunca supo las razones por las que mataron a su esposo y dejaron su cuerpo rodeado de minas, ni tampoco el porqué la amenazaron y persiguieron durante años. Esta deuda con la verdad de los antiguos integrantes de las Farc con las víctimas de Sumapaz es lo que doña Carmenza López espera que se esclarezca con la acreditación al colectivo de víctimas por parte de la JEP.
Firma del auto de notificación de la JEP por parte de Carmenza López. Créditos: JEP.
La guerra que partió en dos al Páramo
La Comisión de la Verdad, entidad creada tras el Acuerdo de Paz con las Farc para esclarecer lo sucedido durante el conflicto armado, realizó un documento abordando el caso de Sumapaz titulado “Estigmatización y violencia política en Sumapaz”. En esta investigación, relatan que en la década de los 30 y 40 los hacendados eran los dueños de los partidos políticos, por lo que “los conflictos por la tierra entre agrarios, terratenientes y acaparadores de baldíos del Estado se agudizaron”.
El informe relata que los hacendados crearon las llamadas “guerrillas de paz”, que eran asociaciones paramilitares que apoyaban la represión y lucha por la tierra que ejercía la Policía Chulavita, aquella utilizada por los conservadores para cometer los mayores crímenes durante el periodo de La Violencia. En medio de esta confrontación entre el campesinado y los terratenientes, surgieron figuras como Juan de la Cruz Varela, histórico líder agrario de Sumapaz, liberal gaitanista que tras el asesinato del caudillo se acercó al Partido Comunista para crear autodefensas campesinas y lograr repeler los ataques que desde esa época realizaban terratenientes y fuerza pública.
En la dictadura de Rojas Pinilla (1953-1957) el Partido Comunista fue declarado ilegal y en la región de Sumapaz se llevaron a cabo fuertes acciones contrainsurgentes. En la década del 60, antes del nacimiento de las Farc (1964), el político conservador Álvaro Gómez Hurtado incluyó a Sumapaz como parte de lo que llamó repúblicas independientes, zonas donde los campesinos tenían armas para defenderse de los Chulavita, fueron estigmatizados y señalados no solo por las élites sino también por medios de comunicación como El Tiempo.
Nota del diario El Tiempo, 25 de octubre de 1961.
Según datos recopilados por la Comisión de la Verdad, entre 1958 y 1968, durante el Frente Nacional, 52 militantes del Partido Comunista y de sindicatos agrarios fueron asesinados en Sumapaz. Los campesinos de Sumapaz, por la exclusión que representó el Frente Nacional por parte del partido Conservador y Liberal, decidieron integrarse a la política de alianzas del Partido Comunista y tener representación a través del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), el cual también fue estigmatizado por la prensa.
Nota del diario El Tiempo del 7 de marzo de 1962.
En 1973, Sumapaz comenzó a vivir la expansión de las Farc con la Operación Sonora, liderada por Manuel Marulanda alias “Tirofijo”, fundador de las Farc, que buscó posicionar a la guerrilla en la cordillera central del país. Ya en los años 80, con las Farc establecida, Sumapaz se volvió un lugar estratégico para la guerrilla por su conexión con el centro del país y su fortín estratégico y militar ubicado en La Uribe (Meta) conocido como Casa Verde. En su plan de establecer milicias urbanas en Bogotá, Sumapaz se volvió un paso obligado para las Farc.
En 1990, la guerra entre el Ejército y las Farc escaló. En zonas como el corregimiento de San Juan, sitio de tradición comunista, ubicada en la parte correspondiente al Río Sumapaz, el Ejército violentó a la población de distintas maneras. En cambio, en el sector de Río Blanco, de tradición liberal, las Farc fueron los victimarios, amenazando, secuestrando y asesinando líderes políticos. De esta manera, el conflicto dividió a la comunidad, los hizo vivir una historia de violencia distinta y desbarató las relaciones entre veredas, comunidades, asociaciones políticas, el uso de la tierra y las dinámicas campesinas.
Tras la octava conferencia de las Farc, en 1993, las acciones militares de la guerrilla se incrementaron, al igual que sus crímenes, en aras de tomarse Bogotá, por lo que Sumapaz se convirtió en un lugar donde la guerrilla escondía a sus víctimas de secuestro. Según relata la Comisión, tras la ruptura de los diálogos en el Caguán entre las Farc y el Gobierno Pastrana, más el ascenso de Álvaro Uribe a la presidencia, la guerrilla exigió la renuncia de los alcaldes y concejales en sus municipios de influencia, lo que ocasionó que todos los ediles de Sumapaz, de la localidad 20 de Bogotá, tuvieran que salir del cargo.
Las comunidades de tradición liberal, de Río Blanco, sufrieron el asesinato de tres de sus líderes a manos de las Farc, herida que marcó un antes y un después en Sumapaz. Estos homicidios no solo destruyeron núcleos familiares, sino también devastaron procesos sociales, relaciones entre comunidades e hizo que la política se volviera un oficio que inspiraba miedo.
En 2007 fue asesinado Guillermo Leal, edil del Partido Liberal y esposo de Carmenza López, la cual hoy busca justicia por su marido. En 1994 había sido secuestrado por las Farc cuando era alcalde local de Sumapaz, por lo que tuvo que salir desplazado del territorio. El 18 de octubre de 2009, en la vereda Nazareth, en medio de una reunión de la Asociación de Juntas de Acción Comunal (Asojuntas), el Frente 53 de las Farc irrumpió y sacó del recinto a los ediles María Fanny Torres Ramírez y Fernando Morales Pabón. Los guerrilleros los llevaron a orillas del río blanco y los ejecutaron.
Isis Espitia Torres, hija de la edil Fanny Torres, relata que no solo su familia sufrió la pérdida de la persona más importante, sino que toda la comunidad, en especial las mujeres, no pudieron recuperarse de su pérdida. Espitia cuenta que su madre llevaba a cabo un proceso de integración y empoderamiento femenino muy fuerte en la localidad, por lo que tras el homicidio de ella el grupo de mujeres que su mamá acompañaba también quedó amenazado e indefenso.
Fanny Torres, edil de Sumapaz asesinada por las Farc. Créditos: Secretaría de la Mujer de Bogotá.
Ahora, con la llegada de la JEP al territorio y la acreditación, Espitia dice que hay una luz para encontrar la verdad y conseguir justicia en la medida de lo posible. Al igual que Carmenza López, en nombre de su ser querido que perdió a manos de las Farc, está llevando a cabo procesos de liderazgo para su comunidad y aspira a poder realizar proyectos que beneficien a las mujeres del territorio.
El renacer de Sumapaz
Con la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, Carmenza López se dijo a sí misma: “Voy a conocer la verdad de qué pasó con Guillermo”. Sin embargo, por la dinámica de violencia de Sumapaz, más los desplazamientos y amenazas vividas, el miedo de conformar una asociación de víctimas estuvo latente. Además, había otro factor, y es que los representantes de la Mesa de Víctimas de Sumapaz aprendieron a ser líderes porque en un principio no sabían de qué manera podían aportar a la comunidad.
“Hemos aprendido durante el camino. Nuestra primera propuesta fue crear una ruta de atención a las víctimas para hacer un trabajo psicosocial con la comunidad porque esta guerra dejó tantas heridas que la gente en un principio tampoco creía en la Mesa”, cuenta Carmenza López. Por esto que relata la lideresa, el Acuerdo de Paz trajo consigo varios retos, pero también esperanzas.
La labor psicosocial generó mayor unidad entre las comunidades que incluso entre veredas se habían distanciado. Cada uno se refugió como pudo sin saber que su vecino también había sufrido una tragedia semejante. Ahora hay un comité de impulso entre las 28 veredas que ha generado unidad e ilusión. “Ya no somos los de Río Blanco o Río Sumapaz, sino somos una sola Sumapaz. Para la Mesa es un orgullo ver todo lo que está pasando porque el tejido social quedó roto, era inexistente, y hoy volvimos a ser una comunidad”, dice Carmenza López.
El 30 de diciembre de 2022, la Agencia Nacional de Tierras constituyó la Zona de Reserva Campesina de Sumapaz que comprende 23 mil hectáreas, un logro y un bálsamo para las luchas agrarias de la región. En 2024 la Unidad de Víctimas los acreditó y en este 2025 la JEP hizo lo mismo, con la diferencia que la inclusión de la comunidad de Sumapaz dentro de los procesos que lleva a cabo la justicia transicional le permite a las víctimas ver cara a cara a sus victimarios, estar informados de los hallazgos que encuentre la JEP y hacer un proceso de sanación con la verdad ruta.
La esperanza no se ha traducido únicamente con la conformación de la Mesa de Víctimas, sino también de poder hacer política nuevamente. Richard Villalba, edil de Sumapaz por el Partido Verde, expresa que antes del Acuerdo de Paz no había ni representación política ni junta administradora, ahora existe la posibilidad de recuperar lo perdido y se respiran mejores aires. Sin embargo, señala que no todo es color rosa, y que en su caso ha recibido amenazas, pero que a pesar de ello ha sorteado la situación como ha podido.
Socialización de la JEP con la comunidad de Sumapaz. Créditos: JEP.
Villalba explica que el Acuerdo de Paz trajo de regreso la institucionalidad a Sumapaz y ha acercado la reconciliación entre comunidades. Tras el asesinato de los tres ediles del Partido Liberal por parte de las Farc, Villalba cuenta que los procesos organizativos y políticos eran sinónimo de violencia y muerte. Ahora hay mayor ánimo para trabajar nuevamente en estos temas y combatir la estigmatización que dejó la guerra sobre Sumapaz.
En todo esto, la Alcaldía Local está llevando a cabo un proceso con los niños, que crecieron en una Sumapaz muy distinta a la de sus padres y abuelos, para que conozcan su historia y preserven su identidad de sumapaceños. Con preguntas básicas como qué es un páramo hasta qué significa la paz para ellos, los niños se van acercando de una manera cercana a las situaciones que los adultos esperan subsanar.
Diego García, alcalde local de Sumapaz, le dijo a RAYA que en el marco de las acciones de reparación se está trabajando con los niños un ejercicio de identidad a partir de la memoria. “Son expresiones artísticas que estamos teniendo, que estamos construyendo como un mapa sonoro local en donde podamos interpretar el lugar, los sitios y los sentimientos y emociones que se tienen en la localidad”, afirmó García. De esta manera, los infantes de la Bogotá rural se están formando cultural e intelectualmente para vivir en una Sumapaz que los adultos esperan que se mantenga así, donde la paz prevalezca y la guerra quede en el pasado.