El periodista mexicano Jesús Esquivel, corresponsal en Washington y autor del libro Los cárteles gringos, afirma que “la DEA y Estados Unidos han perdido la guerra contra las drogas” y que el gobierno norteamericano no quiere combatir a sus propios carteles que distribuyen las drogas, no solo cocaína, también drogas sintéticas que cada 24 horas está matando a más de trescientas personas por sobredosis. En entrevista con RAYA, Esquivel habla de esos “carteles del capitalismo de las drogas” y de por qué Estados Unidos busca un culpable en América Latina.
Por: Redacción Revista RAYA
El reportero mexicano Jesús Esquivel acumula más de cuatro décadas de investigación sobre las relaciones entre México y Estados Unidos. Su experiencia le permite hablar con evidencias sobre lo que denomina “el fracaso” de la política norteamericana contra las drogas. Además de autor de los libros “Los narcos gringos”, “La DEA en México”, “A sus órdenes, mi general”, “El juicio: crónica de la caída del Chapo”, Esquivel también ha sido corresponsal en Washington para la prensa y la televisión mexicana y hoy publica en la revista Proceso.
En 2009 reveló los vínculos del gobierno de Felipe Calderón con el narcotráfico, a través de Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Pública y figura clave en la llamada “guerra contra el narco”. Aquellas publicaciones le valieron ataques del oficialismo, pero una década después la propia DEA detuvo a García Luna en Estados Unidos. El exfuncionario se declaró culpable y reconoció haber recibido sobornos del Cártel de Sinaloa.
Durante cuarenta años de trabajo, Esquivel ha seguido de cerca la política antinarcóticos estadounidense y ha documentado el surgimiento de organizaciones criminales dentro del propio territorio norteamericano, integradas por ciudadanos de ese país. En su último libro Los cárteles gringos explica cómo el gobierno de Estados Unidos identifica a esas estructuras como “cárteles domésticos”, aunque evita perseguirlas con la misma determinación que a los narcos extranjeros. Estas redes —formadas por pandillas, clubes de motociclistas y mafias locales— controlan barrios, ciudades o condados, y son responsables de buena parte del tráfico de drogas sintéticas y opioides como el fentanilo. Por estas drogas, cada 24 horas mueren más de trescientas personas por sobredosis.
Jesús Esquivel conversó con Señal Investigativa, la alianza periodística de Revista RAYA y Señal Colombia, sobre su libro y sobre el papel que la llamada “guerra contra las drogas” cumple en la renovada política de agresión de Estados Unidos hacia América Latina.
Vea la versión para televisión de esta entrevista en el programa Señal Investigativa:
https://www.youtube.com/watch?v=2H7vwT3Ygac&t=5s
Usted reveló una década atrás que había organizaciones narcotraficantes tan poderosas en los Estados Unidos que hasta la misma DEA las catalogaba como “cárteles domésticos”. ¿Cómo fue ese descubrimiento?
Son considerados cárteles del narcotráfico. Yo tuve una entrevista en Tucson, Arizona, a la que asistí para hablar con funcionarios de la DEA sobre el narcotráfico mexicano, en concreto del grupo de los Zetas, que estaba operando en esa zona. Yo estaba en plena entrevista con Apolonio Ruiz, un agente de la DEA que en ese momento era el “SAC”, como les llaman en inglés, el jefe de la DEA en esa región. Empezamos a hablar del trasiego de drogas dentro de los Estados Unidos y le hice una pregunta que aparentemente indicaba lo contrario a la presencia de cárteles o narcotraficantes en los Estados Unidos.
Le dije que yo era de las personas que creía que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, en Estados Unidos los vendedores de drogas todavía no llegaban al nivel para que fueran considerados como cárteles. Y, para mi gran sorpresa, este jefe de la DEA me dice: “no, si ya tenemos, ya tenemos cárteles en los Estados Unidos”. Por eso, en la narración del libro cuento que el fotógrafo Eduardo Miranda, quien me acompañó para hacer esa entrevista, me dijo que casi me voy de hocico cuando este jefe de la DEA me dice “ya tenemos cárteles”. Ese momento quedó grabado en video, sin duda para mi fue algo muy importante.
Este reconocimiento fue un parteaguas en el tema del combate al trasiego de drogas entre México y Estados Unidos, porque la victimización que hace el gobierno estadounidense de su problemática ha generado una violencia que hasta la fecha sigue afectando a nuestras sociedades, Colombia no es ajena a esto que estoy diciendo. En México pagamos todos los días las consecuencias de esta gran demanda de drogas en los Estados Unidos.
El gobierno norteamericano se victimiza, se azota al suelo, como diríamos en México, diciendo que los malos están al sur del Río Bravo, desde México hasta el sur del continente sudamericano. Creo que, con tantos años de estar investigando el problema del tráfico de drogas, el hecho de que la DEA, con nombre y apellido, aceptara que ya tenían cárteles en su país era una especie de justificación a mi trabajo: darse cuenta de la metamorfósis que ha tenido en Estados Unidos el trasiego de drogas.
El Departamento de Justicia y la propia Fiscalía de los Estados Unidos tuvieron que reconocer en ruedas de prensa que sí había organizaciones criminales compuestas por ciudadanos norteamericanos dedicadas al tráfico de drogas, pero luego se canceló la iniciativa de la DEA para combatirlos. ¿Por qué?
Porque es muy fácil culpar a otros países del fracaso de la DEA. La DEA y los Estados Unidos han perdido la guerra contra las drogas. ¿Por qué lo digo? Porque no se le puede llamar éxito a lo que está ocurriendo: que se mueran cada 24 horas más de trescientas personas por sobredosis con drogas sintéticas. Eso, a todas luces, es una derrota. Y bueno, ahora Donald Trump, al darse cuenta de esa derrota le pasa la lucha al Pentágono; por eso se ha militarizado el combate. En aquel momento, en 2016, el Departamento de Justicia escuchó a Jack Riley, quien era el administrador interino de la DEA, argumentar que en Estados Unidos se había desbordado el problema del trasiego de drogas y que los criminales ya no eran simples vendedores, o “dealers” en las calles, sino que se habían profesionalizado en el capitalismo de las drogas: se independizaron de los cárteles mexicanos y colombianos, y empezaron a actuar con violencia dentro del propio Estados Unidos.
Entonces se creó la “iniciativa contra los cárteles domésticos”, así fue denominada y aprobada por el Congreso Federal de los Estados Unidos. Tuvo incluso un presupuesto propio. Pero ocurrió que con esa iniciativa se estaba asumiendo públicamente su responsabilidad, y eso no les funcionaba en términos electorales decir “somos nosotros también los malos, ya no son tanto los mexicanos y los colombianos”.
En los distritos para representantes del Congreso no conviene electoralmente, es más factible culpar a México de la problemática que asumir la derrota del gobierno federal que por décadas ha intentado actuar con violencia, ahora hasta con la fuerza militar, en países extranjeros, sin asumir una responsabilidad que tiene que ver con salud pública y educación: con llevar a cabo campañas para prevenir el consumo de drogas en los Estados Unidos. ¡Pobrecitos los estadounidenses que son víctimas de nosotros los latinoamericanos por caer en estos vicios!
¿Hay un negacionismo de sus propios cárteles en los Estados Unidos?
Ante los problemas que hubo con México respecto a la visa para agentes de la DEA y el arresto en Los Ángeles del exsecretario de la defensa nacional de México, Salvador Cienfuegos Zepeda, los gringos, que aunque son tontos de vez en cuando van a misa, dijeron tenemos que acabar con esta iniciativa, aun cuando está tan grave la violencia en nuestro país por nuestros propios cárteles, debemos seguir culpando a otros países de nuestros pecados. Y eso provocó que se borrara del mapa político del Departamento de Justicia ésta iniciativa, que estaba siendo exitosa. Pero no puedes escupir al cielo, en el gobierno de Trump, que nada tiene que ver con esa iniciativa, sin darse cuenta están destapando que en Estados Unidos ya tienen cárteles y narcos. Hace unas semanas el Departamento de Justicia sacó un comunicado con bombos y platillos diciendo que se encauzaron judicialmente a 34 miembros importantes del Cártel de Sinaloa. El título es bastante atractivo, pero cuando revisas el comunicado con los nombres y apellidos resulta que sólo dos de esos 34 eran mexicanos, y además de Culiacán. El resto eran ciudadanos estadounidenses, once de ellos con apellidos anglosajones. Yo dije “estos gringos de culiche tienen lo mismo que yo de ruso”. El chiste está en vender la noticia como si fueran miembros del Cártel de Sinaloa, sin darse cuenta que la gente tiene un poquito de inteligencia, ¿qué tiene que ver un apellido Smith con alguien de Culiacán? En el cine y las series ya se hace apología de los cárteles gringos, cuántas series hay en las que son los clubes de motociclistas y los pandilleros los que venden las drogas, las reparten, lavan el dinero y hacen todo en Estados Unidos, pero no hay Chapo Guzmán, no hay un Pablo Escobar, son apellidos y nombres gringos.
Cuentas en tu libro el caso de Charlie Brown, un mafioso norteamericano que no ha merecido tanta atención, o de capos gringos que pasaron desapercibidos para los medios, ¿Es una disputa de narrativas?
Si, la narrativa es eso. Yo creo que los medios de comunicación de Estados Unidos son culpables y de eso se aprovecha el Departamento de Justicia y la Casa Blanca para que no les pidan mayor rendición de cuentas al respecto. La prensa estadounidense, la más importante, en general cuando ve casos como el que acabo de mencionar muerden el anzuelo del título: “Cártel de Sinaloa”, pero no revisan los detalles para descubrir los motivos del arresto, del encauzamiento, del juicio. Si ataran cabos empezarían a descubrir y armar el rompecabezas. Es esa realidad que ahora está en las pantallas de Hollywood: los clubes de motociclistas, los pandilleros, que se han convertido en cárteles dentro de los Estados Unidos. Acaba de concluir una serie en HBO, se llama “The Task”, “La Tarea”, se trata del tráfico de drogas sintéticas y opioides con fentanilo. No aparece ni un solo colombiano, ni un solo mexicano: los malos son motociclistas estadounidenses. ¿Sabes quiénes fueron los asesores del guión? Exagentes de la DEA.
Con la deriva autoritaria de Donald Trump, que algunos califican de fascista, llegaron los bombardeos en el Caribe y el Pacífico con operaciones ilegales, ¿qué balance hacen en México de esta injerencia extranjera?
Mientras no se lleven a cabo estas ejecuciones extrajudiciales dentro de las aguas de México, de Colombia, de Ecuador o de Venezuela, seguirán actuando de manera impune. Estamos hablando de alguien que tiene ínfulas de emperador y se considera el policía del mundo. Me parece irresponsable que los organismos internacionales no hayan argumentado la violación al derecho internacional en estos operativos, que supuestamente se llevan a cabo en aguas internacionales. Acaba de ocurrir la destrucción de cuatro navíos y ejecutaron extrajudicialmente a 14 personas, hubo un presunto sobreviviente y la marina mexicana activó el protocolo de búsqueda y rescate. Pero hay muchas lagunas alrededor de esto, ¿dónde están las pruebas de que en realidad eran traficantes de drogas? Dice Trump que llevaban fentanilo como carga, si todo el mundo sabe que en el Caribe esas rutas no son para llevar fentanilo, sino para transportar cocaína. El presidente de Estados Unidos incluso se atrevió a decir que las aguas del Caribe estaban “llenas de polvo de fentanilo”. Una mentira más grande que la Casa Blanca no pudo haber dicho. Las implicaciones de lo que ha dicho Trump le van a rebotar en la cara, porque la ley antiterrorista, conocida como la “Patriot Act” o “Acta Patriota”, que fue instaurada en octubre de 2001 tras los ataques terroristas del once de septiembre al Pentágono y las Torres Gemelas, esa ley dice con toda claridad que, sin importar su nacionalidad, toda persona que esté implicada directa o indirectamente con los grupos designados como organizaciones del terrorismo internacional será tratada como terrorista. Si yo fuera el Estado de Colombia o de México haría lo más sencillo: retomaría el comunicado de prensa con los nombres y apellidos gringos implicados en el tráfico de drogas y luego le diría a Trump, señor presidente, aquí hay narcoterroristas de su país, actúe en consecuencia. Ya se lo preguntaron a Marco Rubio, ¿y sabes que dijo? Que las operaciones en tierra son la aplicación de la ley, entonces las otras en territorios y aguas internacionales, ¿son violación de la ley?
Tampoco hay una posición drástica de los Estados Unidos para combatir el lavado de activos que ocurre en su país…
No lo van a hacer porque las instituciones financieras y bancarias de Estados Unidos están involucradas. Los verdaderos narcotraficantes siempre están cien pasos adelante de los gobiernos. Lavar dinero en los Estados Unidos es lo más sencillo, se pueden enviar hasta diez mil dólares al extranjero por medio de remesas sin que te pregunten el origen del dinero, se puede hacer en cualquier institución bancaria de Estados Unidos. Y se puede hacer en varias ocasiones, siempre y cuando no se repita la misma institución bancaria para realizar la operación. ¿Sabes cuánto dinero le queda de ganancias a las instituciones financieras gringas por las remesas, nada más las mexicanas, cada año? ¡Mil millones de dólares! Repito: los gringos son tontos pero de vez en cuando van a misa.
