Por: Óscar Montero De La Rosa
Estaba caminando y conociendo el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social del Perú ubicado en Lima, Perú; en la segunda sala, en el segundo de cuatro pisos vi reunidos con flores blancas y amarillas a familias de muchas víctimas de desaparición forzada recordando a sus familiares desaparecidos a propósito del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas; allí estaban madres, padres, hijos e hijas y esposas, una vez más aportando a la memoria de sus familiares, una vez más reencontrándose con los que igual que ellos sufren día y noche no saber nada de los suyos. Y aunque el tiempo que ha pasado es mucho, para ellos se ha detenido.
Fuente: Archivo personal, Óscar Montero, “Fotos y objetos de personas dadas por desaparecidas en el Perú donadas al Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social”, 29 de agosto de 2023, Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social, Lima - Perú.
Y sí, el tiempo se detuvo para muchos y más para las familias de los desaparecidos, quienes no hay un segundo de sus vidas en que no dejan de pensar en dónde están, o si ya comieron o durmieron; se piensa así porque en medio de todo siempre se tiene la esperanza de encontrarlos con vida.
Colombia, Perú, Guatemala y México son los países con mayor número de desaparecidos en América Latina y el Caribe. Si bien las desapariciones se han dado mayormente por conflictos armados, en cada país se ha avanzado normativamente y en la creación de entidades que atiendan este flagelo de la violencia; que si bien, no desangra, si mata día a día la esperanza de encontrarlos.
Lo cierto es que a diferencia del Perú y Colombia que tienen temporalidades limitadas en la búsqueda, México busca a sus desaparecidos desde todos los tiempos. Ejemplo que deberían seguir los demás países, dado que finalmente este es un tema humanitario y , no un tema de tiempos. Es un tema de encontrarlos vivos o muertos.
Los desaparecidos en Colombia y en el mundo, no son sólo cifras, son personas, con familia, con una identidad y con todo un mundo de relaciones. Este es uno de los hechos victimizantes más atroces del conflicto armado en Colombia. Un delito de lesa humanidad que solo hasta el año 2000 fue reconocido como delito. Hoy, de acuerdo con el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica -CNMH- y de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad -CEV-, se estima que son 121.768 las víctimas de desaparición forzada en el marco del conflicto armado en Colombia en el periodo entre 1985 y 2016, y 263 entre 2016 y 2020. Una cifra que sigue siendo incierta dado que el conflicto sigue vigente y que las desapariciones ocurridas antes de 1985 aún no son parte de las cifras oficiales del Estado. A fecha de julio de 2023, según cifras del Registro Único de Víctimas, hay alrededor de 192.440 personas víctimas de laS desapariciones forzadamente.
Como sociedad, como humanidad y como Estado debemos realizar todos los esfuerzos que podamos en pro de la búsqueda de los desaparecidos, es sin lugar a dudas una contribución a la paz , pero más a la paz de las víctimas de este crimen y sus familias.
Aunque pensemos que un dato, prueba o muestra puedan ser insignificantes, para otros puede ser la ficha del rompecabezas no encontrada en la historia de un desaparecido. Aquí es fundamental decir que todo es importante para la búsqueda y que podemos como individuos, como colectivos o autoridades aportar a ese ejercicio que debe ser responsabilidad de todos y todas, y no solo de las víctimas "directas".
Aquí es pertinente decir, que, en el caso de los pueblos indígenas, uno de los principales aportes que podemos hacer para la búsqueda de los desaparecidos está en nuestras espiritualidades, a través de ellas podemos saber por qué fue desaparecido, o dar pistas de posibles lugares y responsables. En mi caso particular, cuando torturaron y asesinaron a mi padre, por ejemplo, la espiritualidad nos mostró verdades como: la orden que se dio contra él era para desaparecerlo. Es decir, además de lo anteriormente dicho, la sabiduría de los pueblos indígenas puede dar respuestas de lo que se quería hacer contra alguien en ese momento.
Que esta semana, este mes no sean más tiempos de conmemoración; que sean de recordar, de comprometernos y sensibilizarnos más frente al desespero sin tiempo de las familias, que la vida nos alcance para lograr sanear tanto dolor ocasionado a los cuerpos, a los territorios y las vidas mismas de los que aún deambulando en los sueños y recuerdos buscamos a nuestros desaparecidos.
¡Que los restos de nuestros desaparecidos estarán siendo, tal vez, abono de los árboles silvestres! si no los encontramos, al menos tenemos esa esperanza, de que sean abono para los árboles, para que sean abono de la vida, y tal vez nosotros somos esos árboles, somos los que estamos floreciendo, los hijos.
(Mujer víctima de desaparición forzada de su padre, en Evento de conmemoración y entrega de objetos de desaparecido, 29 de agosto de 2023.)