Por: Jimmy Viera Rivera
Cartografiar la diversidad afrocolombiana en cuanto a sus problemas y potencialidad es un trabajo complejo pero necesario para poder recomponer la fragmentada unidad e identidad como pueblo.
Por un lado, tenemos el descuartizamiento que el historiador Santiago Arboleda denomina el ecogenoetnocidio del pueblo afrocolombiano, ya que este ha sido perjudicado por golpes sistemáticos del conflicto armado, además del despojo por desposesión económica neoliberal a raíz de megaproyectos en sus territorios; liquidando los liderazgos sociales, para acabar las organizaciones, a través del terror, represión y muerte. Por otro lado, el denominado Movimiento Afrocolombiano es hoy un gran archipiélago de islas e islotes encasillados cada uno en una dinámica de individualismo organizativo, profundizado por fracturas internas, debido, ante todo, a la ofensiva económica del Departamento de Estado de EE. UU., para influenciar, controlar, cooptar, dividir y promover el individualismo y desviar a los movimientos afros, a través de la USAID, Dialogo Interamericano, Fundación Interamericana, Ford y Kellog.
La distancia entre el pueblo y las consultivas de alto nivel es abismal. Estas burocracias inamovibles y desentendidas del interés colectivo, se han perpetuado mediante la no renovación de actores, ni de agendas. A lo anterior, se suman los bajos niveles de ejecución presupuestal con respecto a los proyectos que están consignados en el Plan Nacional de Desarrollo.
En síntesis, la desmovilización como movimiento social autónomo y la bancarrota política y organizativa borra la agenda del movimiento, ya que la estructura del Estado-gobierno absorbe expresiones afros que, al no saber diferenciar entre la agenda del Estado y la agenda propia, han finalmente sucumbido ante este.
La vida en los territorios afros continúa tomada por la pobreza, la injusticia social, la destrucción ambiental y la guerra. En las ciudades, vemos grandes espacios de marginación y pobreza afrourbana, sin respuesta organizada, generados por el neoliberalismo.
Las organizaciones de base que aumentan cada día ante la situación de crisis de representación y anemia democrática, buscan reconstruir el movimiento afro y demuestran interés en realizar un segundo congreso afrocolombiano para jalonar la unidad en la diferencia y construir realmente como un movimiento social autónomo, desde el campo democrático popular, una propuesta alternativa que genere por parte de las mismas comunidades, un asambleísmo horizontal, acción directa y decisiones a partir de consenso.
Desde el Comité de impulso, consideramos que el Segundo Congreso del Pueblo Negro, Afrocolombiano, Raizal y Palenquero es una sentida necesidad de los pueblos en su diversidad, como una apuesta de empoderamiento y ayuda para resolver sus propios problemas y necesidades. Las grandes dificultades que aquejan no han permitido un debido avance, ni siquiera durante el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (ONU), que finalizó en diciembre de 2024, ni tampoco a pesar de contar actualmente con un gobierno del cambio. Por lo tanto, es tiempo de reconstruir las identidades, confianza y esperanza rota de las diásporas destruidas debido al racismo, el colonialismo, el patriarcalismo, el etnocidio y la guerra.
El Segundo Congreso se autoconvoca como un espacio amplio, plural, afrocentrado y transformador, para la construcción de una Agenda Nacional Afrocolombiana integral y robusta, articulada al etnodesarrollo, el ejercicio de derechos, la justicia racial y la autodeterminación como pueblo.
Múltiples luchas comunitarias, académicas, institucionales y de la sociedad civil, han generado agendas sectoriales, plataformas organizativas y reivindicaciones en diversos frentes. Sin embargo, urge su articulación en un pacto nacional colectivo con fuerza social, política y técnica que trace un horizonte estratégico sostenible para los próximos 10 años.
El Segundo Congreso propone fortalecer un proyecto histórico propio del pueblo negro en Colombia, con sólidas conexiones con el continente africano y sus diásporas, en clave de reparación integral y emancipación cultural. Plantea construir colectivamente una agenda nacional afrocolombiana, desde una perspectiva de poder que oriente el desarrollo integral del pueblo afrocolombiano. También persigue evaluar los avances y retos en materia de derechos colectivos, participación política y bienestar para las comunidades afrodescendientes en Colombia.
Busca, de igual modo, fortalecer el liderazgo de los pueblos afrocolombianos en el contexto del Segundo Decenio Internacional de los Afrodescendientes, el Foro Permanente de la ONU, y las redes panafricanas que forjan un proyecto de liberación. Su objetivo es posicionar las demandas y propuestas afrocolombianas en las agendas legislativas, gubernamentales e internacionales, promoviendo vínculos estratégicos con países del Caribe, América Latina, África y sus luchas. Además, alcanzar la participación de los consejos comunitarios, organizaciones étnico territoriales, organizaciones locales, regionales y nacionales en toda su diversidad. En resumen, este ejercicio pretende que todas las voces y territorios sean escuchados.
Finalmente, es necesario consolidar una plataforma donde se articulen agendas sectoriales en educación, cultura, salud, economía, medioambiente y política pública.
La agenda tentativa, sugerida para la deliberación, incluye los temas siguientes: participación política, paz territorial y gobernabilidad, desarrollo regional propio, autonomía y autodeterminación como pueblo, justicia social y ambiental, educación, investigación y ciencia, recursos mineros y su aprovechamiento racional, energías renovables y cambio climático, vivienda, medios propios de comunicación, reglamentación a la ley 70/93, reparación histórica, derecho a la alimentación y nutrición, racismo y discriminación racial, mujer afro, jóvenes y poblaciones específicas, salud. Estas líneas temáticas serán ajustadas en la deliberación regional, de acuerdo a la situación local.
El movimiento indígena se ha congregado en pro de las reformas y ha mantenido sus banderas fundamentales como un movimiento social que apoya con una mano, al gobierno actual, y exige con la otra, derechos y acuerdos incumplidos por parte de gobiernos anteriores. Una doble táctica que, definitivamente, las organizaciones del pueblo afro no han podido combinar, ya que no existe un programa social, ni político, ni estrategia, ni fuerza movilizadora, debido a la atomización de objetivos de poder social del movimiento.
Una compañera anotaba que el movimiento indígena tenía “una estrategia bien marcada. Burocracia estratégica en sectores claves (Min ambiente, Unidad de Restitución) asesores indígenas en Ministerios de la política. Una bancada indígena consistente, fuerte y cohesionada en el Congreso. La Mesa Permanente de Concertación, presionando las políticas públicas y el alto lobby presidencial. La movilización social amplia y decidida para presionar todos los escenarios anteriores”.
El Segundo Congreso Nacional Afrocolombiano no es un evento aislado sino, una estrategia colectiva de incidencia, construcción de poder y defensa de la vida. Es una oportunidad histórica para reunir nuestras voces, visiones y propuestas, caminando juntos –desde el legado africano, hasta la construcción de un futuro común.
Dentro del gobierno y las organizaciones nacionales, son pocos los oídos receptivos a este llamado. “Mientras tanto pasan planes, pasan programas, pasan gobiernos y nuestras comunidades negras en las mismas”.
Aunque se logre el gobierno, esto no sirve de mucho si no se tiene noción del poder y su construcción social. En cambio, si ya se han construido espacios de poder social, cuando se alcanza el gobierno, las cosas pueden funcionar mejor.
Debemos pasar de la petición de reconocimiento e inclusión, a ser poder como pueblo. ¡Profundizar la unidad y organización, y fortalecer la movilización hacia una agenda de transformación social! El poder negro es el futuro, construyámoslo ya.
Crear en todo el país, mesas de impulso al Segundo Congreso Afro. ¡Es tiempo de Poder!
La identidad y la moral colectiva como pueblo, es la fuerza que logra los cambios: es Poder Negro! No podemos ser menores al momento histórico carajo!
Adenda: por consecuencia de un auge fascista, los actos de racismo se vuelven tendencia. A quienes cometen este delito, hay que notificarles como lo enseñaron las Panteras Negras en EE. UU. Por lo tanto, las guardias cimarronas tienen aquí, una tarea adicional en defensa a la población negra.
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