Por: Juliana Ramirez
Desde el 13 de octubre se estrenó una nueva obra en el largo repertorio de la criminalización de la protesta en Colombia. Un viejo libreto que se perfeccionó recreando el paso a paso de la persecución en actos presentados como si fueran novedad y replicados en diversas escalas territoriales. Su objetivo era fácil de descifrar, deslegitimar la protesta social autónoma de miles de colombianos y colombianas que instalaron seis refugios humanitarios en Bogotá y más de nueve puntos de movilización permanente en carreteras del país. El propósito de la movilización era claro y legítimo: denunciar la emergencia humanitaria con más de 12 focos en el país, poner en el centro la urgencia de transformación de la doctrina militar, defender la soberanía nacional, exigir una reforma urbana integral y popular y el cumplimiento de acuerdos históricos pactados con el movimiento social como la reforma agraria, las alianzas público-populares y la inversión en territorios históricamente olvidados.
La premisa de esta obra es predecible pero efectiva en el sentido común colombiano: sembrar un germen de sospecha sobre quienes se organizan para transformar su cotidianidad. Es el enemigo interno puesto en escena, para abonar el terreno a la represión institucional y paraestatal. Existen dos fórmulas básicas del enemigo interno en este guión. La primera, instalar preguntas que, ante la cotidianidad de quietud de las mayorías, se expanden como un virus: ¿Cómo es posible que se financien? ¿de quiénes son esas propuestas “tan raras”? ¿será que hay infiltrados? La segunda, pasar directamente al señalamiento calculando antes qué palabra puede activar con mayor eficacia el miedo colectivo. Tienen un repertorio que han perfeccionado con el tiempo como “forasteros”, “invasores de tierras”, “primeras líneas”, “terroristas”, “vándalos” y, la que no pasa de moda, “guerrilleros”.
El montaje además requiere del gran escenario que ofrecen con complacencia los medios masivos de comunicación, especialmente en sus prime time y en sus redes sociales con miles de seguidores y para no quedar solos en la tarea, el acto suele ser precedido por políticos —en ejercicio o en busca de reflectores— que ante la incapacidad de responder a las exigencias de las comunidades movilizadas, activan las viejas fórmulas del enemigo interno para desviar la atención sobre su ineficiente gobernanza. La señal se lanza y los medios la amplifican sin reparos. El siguiente acto: la represión.
En esta ocasión, además de la ya recurrente represión policial y militar, se incorporó una modalidad que la derecha más recalcitrante busca perfeccionar desde el Estallido Social, los llamados “grupos de choque” o “frentes de seguridad ciudadana”, como puesta en escena de la violencia paramilitar que se presenta como espontánea, aunque lleva años perfeccionándose como guión. Estos grupos de supuestos “ciudadanos indignados” son impulsados por políticos en ejercicio —muchas veces amparados bajo los indicadores de planes de desarrollo que priorizan la vigilancia y las acciones cívico/militares— y articulados con estructuras de reservistas enquistados en los territorios. Su papel es encarnar una avanzada extremista contra la protesta social, hostigarla en las calles y amplificar en redes sociales los rostros y símbolos sobre los cuales colocan la diana del odio y la agresión.
El telón se abre públicamente el 13 de octubre. El gobernador de Santander, Juvenal Díaz Mateus, da la orden con voz marcial: “Santander se respeta, llegan dos buses desde Norte de Santander con personas que quieren invadir terrenos en Palmas del Socorro y en Confines, la comunidad los sacó chonteados” (Díaz, 2025). Pero el escenario ya se venía preparando en las sombras con audios que instruían a grupos de reservistas a accionar y torturar manifestantes, como si se tratara de un viacrucis sobre la vía entre Confines y El Socorro, Santander. Todo esto, ante la mirada complaciente de la Fuerza Pública, que siguió cada agresión con absoluta omisión.
El 14 de octubre el libreto continuó con la intervención del ministro del Interior, Armando Benedetti: “Con esas propuestas tan raras, es obvio que hay estructuras criminales detrás de esas protestas” (X, 14 de octubre). Horas después, en La Delfina -vía Cali-Buenaventura-, el Ejército, con la aquiescencia de la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, reprimió la protesta social con armas de fuego. En los días siguientes, grupos de choque hicieron presencia en inmediaciones de la Universidad Nacional, a la altura de la salida de la Calle 45, hostigando a manifestantes que sostenían el refugio humanitario: los fotografiaron, los grabaron y difundieron el material en redes sociales, acompañado de mensajes intimidatorios. Y no puede omitirse la escena protagonizada por El Tiempo, que perfiló a liderazgos sociales mediante triangulaciones ambiguas y afirmaciones falsas, buscando vincular la protesta social con el Pacto Histórico y con supuestos hechos criminales bajo el pretexto de tratarse de “informes de inteligencia”.
Vale preguntarse ¿con qué objetivo exponen en redes el rostro de vocerías de las organizaciones sociales acompañado de mensajes amenazantes? ¿con qué fin asocian los símbolos de las organizaciones populares con actores armados? No es un exceso ni una casualidad, es preparación del terreno, es escenografía del miedo para justificar, en el siguiente acto, la persecución judicial y la violencia paraestatal.
Este acto se presentará después del intermedio, cuando la tensión parece haber bajado y donde los movimientos sociales como protagonistas viven la resistencia y el duelo en la palestra pública. Utilizarán la judicialización, el asesinato, la agresión, el desplazamiento forzado y el exilio como repertorios para el desenlace de la obra de la criminalización.
Díaz, J. [@GralJuvenalDiaz]. (2025, 14 de octubre). Santander se respeta, llegan dos buses desde Norte de Santander con personas que quieren invadir terrenos en Palmas de Socorro. [Publicación en X]. X. https://x.com/GralJuvenalDiaz/status/1977928381883634146?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1977928381883634146%7Ctwgr%5Ebde1c136beb5cbd8d5b4d0678f5a4e3f9087cd96%7Ctwcon%5Es1
Benedetti, A. [@wradioco]. (2025, 14 de octubre). Con esas propuestas tan raras, es obvio que hay estructuras criminales detrás de esas protestas [Video]. Instagram. https://www.instagram.com/reel/DPzmX1_AMk5/?hl=es
